22 de agosto de 2012

Karma: la ley de causa y efecto


La ley de la acción y la reacción es una ley de la naturaleza, conocida como la tercera ley de Newton. Es la base de la mecánica clásica hasta hoy en día y nos dice que: “por cada acción hay una reacción igual y opuesta”.

A nivel espiritual existe también la acción y la reacción, conocida en India y otras culturas orientales como la ley del karma.  Lo que sembramos es lo que recibimos. Por tanto, si sembramos una semilla de mango no podemos esperar que nazca un melocotón, si sembramos semillas de odio (en pensamientos, sentimientos, actitudes) no podemos esperar recibir amor, respeto, y paz.

Un buen ejemplo para ilustrar como actúa la ley del  karma, es comprobar lo que sucede cuando echamos una piedra en un lago, se generan unas ondas que  finalmente alcanzan la orilla, retornando después al centro de donde partieron.

Los seres humanos estamos  irradiando energía constantemente. Emitimos pensamientos, emociones y sentimientos que transmiten vibraciones al entorno. Hay personas que irradian y otras que absorben esos sentimientos. La energía que emitimos alcanza a otras personas, y regresa a nosotros. En base a esta ley, debemos comprender que si en ocasiones la gente nos envía energía que no es muy agradable, quizás es debido a que en otro momento también les enviamos  ese mismo tipo energía, aunque haya tardado en regresar. Si siempre procuramos irradiar una energía positiva, de amor y respeto hacia los demás,  tarde o temprano esa energía retornará también a nosotros.

El poder de elegir
Si eres una persona bondadosa y amable y tienes un compañero de trabajo autoritario y agresivo, que te va poniendo clavos y chinchetas en tu camino, ¿Cuánto serás capaz de tolerar hasta que alcance la gota  que colme el vaso?                                                                                                                            Es nuestra elección sentirnos como una victima, un estudiante o un maestro de las diferentes situaciones y personas con las que interactuamos. En realidad la persona que se opone a nosotros deberíamos considerarla nuestro profesor. Nos está enseñando a ser más asertivos y a permanecer pacíficos y concentrados. La persona que sufre ese abuso de confianza tiene que aprender a ser más independiente y desarrollar auto-respeto.

Esto es lo que afirma la ley del karma: “donde hay conciencia hay una elección”. ¿Percibo la situación como un obstáculo o una oportunidad? ¿Considero que la persona que está impartiendo la lección como un profesor o como mi enemigo? Para crear un buen karma tengo que pensar: ¿qué puedo aprender de esta situación?

Libertad versus responsabilidad
El karma se confunde a menudo como una maldición o castigo. En realidad es la ley de la acción, la respuesta que damos a esa acción y las consecuencias de nuestras decisiones. Asimismo es el resultado de la responsabilidad o irresponsabilidad con que actúa la persona.  Es una energía que funciona de forma automática. La conciencia humana es como el microchip de un ordenador, que contiene la grabación de cada pensamiento y acción que realiza el ser humano. Ese registro determina nuestro futuro.

Uno de los principios del karma es: “somos los creadores de nuestro sufrimiento”. Sin embargo solemos culpar a otros por ello, y no aceptamos nuestra responsabilidad. Hemos de comprender que los demás pueden ser el estímulo, pero nunca la causa de nuestros sentimientos y emociones. Nuestro sentimientos son el resultado de como elegimos tomarnos lo que nos dicen y hacen los demás, y también de nuestras necesidades y expectativas particulares en ese momento.

Debemos aprender a tomar la responsabilidad de nuestras vidas, y eso nos dará más libertad. Nunca podré ser libre sino adopto esa responsabilidad. El karma no es una maldición de Dios, más bien diríamos que la persona se maldice a si misma con sus pensamientos, palabras y acciones. El amor, el respeto, la bondad, el perdón, la paciencia, son las actitudes positivas que hacen funcionar la vida en la buena dirección.  Aplicando estas y otras cualidades podemos ser los creadores de nuestra felicidad y  nuestro destino.

“La Vida es como el eco.
Lo que das—eso recibes.
Lo que siembras—eso cosechas.
Lo que ves en otros—es tu propio reflejo.
La Vida es como el eco, siempre te regresa lo que le das”.