14 de marzo de 2012

Los conflictos: ¿problema u oportunidad?


¿Qué es un conflicto?

El conflicto es luz y sombra, peligro y oportunidad, estabilidad y cambio, fortaleza y debilidad, el impulso para avanzar y el obstáculo que se opone. Todos los conflictos contienen la semilla de la creación y la destrucción. (Sun Tzu: “El arte de la guerra”, 480-211 a.c.).

Un conflicto es una divergencia percibida de intereses, o una creencia de que las aspiraciones actuales de las partes no pueden ser alcanzadas simultáneamente. (Rubin, Pruitt y Hee Kim, 1994).

Tradicionalmente la creencia popular consideraba el conflicto como algo negativo que habría que evitar.
Hoy en día, consideramos que el conflicto es un rasgo inevitable de las relaciones sociales y que todo conflicto puede adoptar un curso constructivo o destructivo, por tanto la cuestión no es tanto eliminar el conflicto sino saber gestionarlo de forma que salgamos enriquecidos.

Partimos de que el conflicto tiene  muchas funciones y valores positivos:

1.    Evita los estancamientos, estimula el interés y la curiosidad
2.    Es la raíz del cambio personal
3.    El conflicto es la semilla del cambio social
4.    Facilita la reconciliación de los intereses legítimos de las personas
5.    Ayuda a establecer las identidades tanto personales como grupales
6.    Ayuda a aprender nuevos y mejores modos de responder a los problemas, a construir relaciones mejores y más duraderas, a conocernos mejor a nosotros mismos y a los demás..

Por lo general, las personas que están involucradas en un conflicto, ya sea de intereses, valores, relaciones, etc., tienen la tendencia solo a ver el problema. Se piensa que es la otra parte quien tiene que cambiar y se suele adoptar la actitud de víctima.

Una aproximación espiritual al conflicto seria verlo una como oportunidad de cambio o transformación. Aprender a tener un enfoque positivo de la situación, ver lo que nos une en lugar de aquello que nos separa, buscar lo que funciona en lugar de criticar lo que no va bien, aportar soluciones en lugar de solo centrarse en los problemas y las dificultades, es decir, tener una visión constructiva.

Desprenderse del complejo de victima

La razón por la cual muchas de las teorías sobre la resolución de conflictos no funcionan es porque miran los problemas con una vieja forma de pensar (viejo paradigama), centrándose en aquello que nos separa, nos divide y nos enfrenta. Con este enfoque, la mente se queda atrapada en una actitud negativa. Se empiezan a buscar razones por la que sucede el conflicto, y se apunta el dedo hacia fuera, diciendo “tú tienes la culpa de lo que esta pasando” “esta es la causa del conflicto” “tienes que cambiar”. Esto provoca el surgimiento de una conciencia muy extendida en nuestra sociedad hoy en día, la conciencia de “victimitis”, ser una víctima de A o de B, de las circunstancias, del gobierno, de mi jefe, de mi cónyuge, etc.

Aquel que ante un conflicto tiene una mentalidad de victima nunca puede encontrar una solución al conflicto, ya que esa actitud nos bloquea e impide ser creativos y buscar una salida al problema.
Así, si por ejemplo, si hay una situación conflictiva con una persona que me está influyendo negativamente en mi vida, y estoy intentando solucionarlo, quizás cuando hablo con esa persona le digo: “Tú tienes que cambiar porque eres el responsable de este conflicto en mi vida”; y puede que la otra persona diga: ¿por qué tengo que hacerlo? ¿Por qué te afecta tanto lo que estoy haciendo? . Y si no cambia seguiré enfrentado a esa persona, criticando y quejándome de su comportamiento.


La actitud apreciativa

Una corriente nacida en los últimos años en Estados Unidos, plantea que para la resolución de conflictos tenemos que partir de una visión apreciativa del problema. Para ello es necesario que las personas aprendan a ir al interior de su alma, se deprendan de sus perjuicios del pasado y descubran sus valores espirituales, generando así una visión más comprensiva de la situación. Ello les permitirá tratar el conflicto como una herramienta de cambio, transformación y crecimiento.