18 de septiembre de 2014

¿ES LA FELICIDAD UN DESTINO A ALCANZAR O UN CAMINO A RECORRER?



Aristóteles afirmó que todo lo que hacemos los seres humanos en este mundo es para lograr la experiencia de la felicidad. Sin embargo, al ser tan importante puede que hagamos cosas erróneas para conseguirlo y como resultado experimentamos  a veces felicidad  y  otras sufrimiento.

¿Por qué sufrimos?

El origen del sufrimiento (estados de ansiedad, tristeza, angustia, negatividad, vacío interior, etc.), es decir, cualquier estado emocional que nos produce un malestar o insatisfacción no viene provocado tan solo por nuestras circunstancias exteriores o la situación de nuestro entorno,  sino en gran medida por  nuestros pensamientos, emociones y sistema de creencias.
Desde la perspectiva espiritual la felicidad es un estado de conciencia que creamos cada uno de nosotros en nuestras mentes. Es nuestra forma de pensar acerca de las cosas que suceden a nuestro alrededor  lo que nos hace felices o infelices, es decir, la forma en que percibimos la realidad exterior y como la interpretamos y procesamos  internamente. Por tanto, la forma en que vivimos el presente es lo que determina nuestro estado de felicidad. Como más sepamos vivir con plena conciencia del “Ser” y mantengamos un estado de atención plena en cada momento de nuestra vida, más  la felicidad será una experiencia que solo dependerá de nosotros.

23 de julio de 2014

EL ÉXITO EMPIEZA EN LA MENTE



¿Qué entendemos por éxito? 

Para algunas personas el éxito podría estar relacionado con el “Tener”, ya sea tener riqueza, una buena posición, relaciones de calidad, salud, etc. Para otras puede que esté más relacionado con el “Hacer”, hacer deporte, un viaje,  un proyecto profesional, una comida, etc..  Aspirar a conseguir estas y otras muchas cosas que la vida nos ofrece es normal. No hay nada erróneo en mirar de lograr estos objetivos, siempre y cuando   nuestra mente no se quede atrapada en una serie interminable de deseos y se convierta en esclava de esos logros externos ,temporales y limitados. Existe otra dimensión del éxito que se basaría en el “Ser”, y  que sería independiente del tener o el hacer.  Hacerme la pregunta de vez en cuando, ¿cómo puedo ser un mejor ser humano, mejor persona, más auténtico y genuino?.  Permanecer conectado con nuestro ser interior nos permitirá expresar aquellos atributos de nuestra personalidad   que elijamos a cada momento, independientemente de cuales sean las circunstancias externas.

Características de una mente exitosa

En primer lugar tiene que haber claridad y apertura. Para ello es importante que nos conozcamos bien, lo cual implica conocer tanto nuestras fortalezas como las debilidades, y a su vez  a confiar plenamente en nuestra capacidad  y  posibilidades de lograr el éxito. En segundo lugar tener claro el propósito que queremos conseguir. ¿Para qué hago lo que hago? ¿Qué quiero conseguir? Esto ayuda a concentrar la mente hacia unos objetivos.  Una vez me pongo en marcha y paso a la acción será necesario mantener determinación y convicción en alcanzar la meta final, y no desanimarse ante los posibles obstáculos, dificultades o fracasos que surjan en el camino. La calidad de mi intención también influirá en que las personas de mi entorno y “El Universo” cooperen conmigo en alcanzar la meta. Por último necesitaremos tener paciencia para ir sembrando día a día  los pensamientos y las acciones que nos llevarán a nuestro destino. 

Mantener una actitud positiva

Nuestra actitud tiene un gran impacto en nuestra vida.  No podemos cambiar nuestro pasado. No podemos cambiar a los demás. No podemos evitar que sucedan ciertas cosas. Lo único que podemos hacer es jugar con la única cuerda que tenemos y esa es nuestra actitud. Se dice que la vida es 10% lo que ocurre y un 90% como respondes a ello.

Las personas positivas comparten siete características comunes:
1.- Creen en sí mismos
2.- Están dispuestas a ver lo mejor en los demás
3.- Pueden ver oportunidades en todas las circunstancias
4.- Se enfocan en soluciones.
5.- Desean dar y compartir
6.- Son persistentes y constantes
7.- Toman la responsabilidad de sus vidas

24 de junio de 2014

ARMONIA EN LAS RELACIONES



Qué entendemos por una relación exitosa?

Por supuesto podría darse diferentes respuestas dependiendo del tipo de relación que hablemos, pero en términos generales, seria aquella en la cual hay unos claros sentimientos de amor y respeto entre las partes implicadas. En otras palabras, el éxito seria el resultado  de la interacción basada en unos valores intrínsecos de las personas, lo cual nos lleva a compartir unas cualidades positivas.
Por tanto, un aspecto básico para mantener unas relaciones satisfactorias es asegurarnos que estamos en contacto con nuestros valores espirituales en todas nuestras interacciones. La paz es la piedra angular de estos valores, ya que la paz interior nos permite tener una actitud de confianza, apertura y seguridad en nosotros mismos y para con los demás.
También es necesario para unas  relaciones de calidad tanto a nivel familiar como profesional u otros entornos sociales,  que permanezcamos en armonía y equilibrio, lo cual es una consecuencia natural  de tener sentimientos de auto-respeto. El respeto y amor hacia nosotros mismos es la base de nuestra positividad y estado de armonía interior.

  ¿Cuáles son mis intenciones en mis relaciones?

Es importante observar la motivación o intención que tengo en mis relaciones. Aunque sea a un nivel subconsciente, si lo que me mueve en la relación es crear o mantener una relación de dependencia, más tarde o temprano surgirán tensiones. Eso es debido a que por naturaleza, la dependencia es egoísta. Es una  condición psicológica que surge de la necesidad de ser amado. Sin embargo, el amor solo puede ser experimentado si tenemos la naturaleza de darlo. El amor verdadero no puede ser experimentado pidiéndolo o exigiéndolo. Por ello es esencial que, si queremos que una relación sea duradera, nuestro objetivo sea de dar y compartir y no el tomar o esperar.
Otro aspecto para mantener relaciones armoniosas es el aceptar la responsabilidad personal por la calidad de nuestras relaciones. Si solo nos quejamos acerca de cómo son los demás, de lo que hacen, lo deberían  hacer o deberían dejar de hacer, solo contribuimos a aumentar la negatividad, y finalmente la relación de deteriora y destruye.
Una relación solo puede mantenerse cuando cada persona acepta la responsabilidad de si mismo y de contribuir en la medida de sus posibilidades al éxito de la relación.


Las cuatro actitudes para crear armonía en las relaciones:

 1)     El poder de escuchar: oír es diferente de escuchar. Oír es fisiológico, escuchar es psicológico. Tenemos que aprender a escuchar con empatía, no tan solo oír.

2) Estar disponible. Si siempre nos mostramos como alguien muy ocupado las personas sentirán que no estoy disponible y recurrirán a un  tercero. Es importante dar prioridad a crear un tiempo de calidad para las personas con quien interactúo a diario.

3) Tolerar: Es una forma de fortaleza, de poder interno. Saber aceptar tanto lo positivo como lo negativo y responder siempre con madurez y ecuanimidad. No ser afectado ni por la alabanza ni por la difamación. Es ser positivo con aquellos que son negativos conmigo. Tolerancia no es aguantar y callar, tolerancia es aceptar y comprender.

4) Adaptación: Significa tener una naturaleza fácil y flexible. Tener capacidad de amoldarse. Es el poder de estar por encima de los roces con los demás y adaptarse a lo que la situación requiere. Saber fluir según la escena en la que te encuentres, no tener expectativas ni  ser rígido.
  

27 de mayo de 2014

CLAVES PARA RECUPERAR EL EQUILIBRIO EMOCIONAL



La palabra emoción viene del latin “emotio”, que a su vez tiene su origen en el verbo emovere, que significa mover, impresionar. La emoción es algo que nos saca de nuestro estado habitual de conciencia. Una energía se mueve con intensidad en nuestro interior y crea fuertes turbulencias en nuestra mente.

Las emociones están conectadas con el ego y el apego. Detrás de todo estado emocional muy alterado suele haber algún apego y conectado al apego siempre hay algún miedo. Por tanto podríamos describir que la emoción es la alteración de la energía de nuestra conciencia cuando el objeto de nuestro apego es dañado, se ve amenazado, es desplazado o se ha perdido.

El ciclo de las emociones tóxicas

Esencialmente hay tres familias de emociones tóxicas, es decir, tres tipos de agitación, tres tipos de perturbaciones que creamos y sentimos en nuestra conciencia cuando nos identificamos con algo que no somos. Son la tristeza, el enojo y el miedo, y funcionan en una perfecta armonía circular.
¿Por qué creamos y sentimos la tristeza? Siempre es porque creemos que hemos perdido algo. La tristeza viene tras una sensación de pérdida. Si con el tiempo tienes muchas pérdidas y creas muchos momentos de tristeza se instalará la depresión.
Al cabo de un tiempo la tristeza pasa y se convierte en enojo, porque intentamos culpar a alguien o algo de nuestra pérdida, por nuestra pena y dolor emocional. Buscamos a alguien sobre el cual proyectar nuestro dolor y empezamos a jugar el juego de la culpa.
Al cabo de un tiempo el enojo también pasará y se convertirá en miedo. Creamos miedo de que pueda volver a suceder. Nace una nueva preocupación. La preocupación es miedo.

Recuperar el equilibrio emocional

La única forma de romper este ciclo de emociones tóxicas y de sufrimiento es darse cuenta que no tenemos nada que perder, lo cual significa darse cuenta de que, primero y principal, nunca podemos poseer nada. Es el apego a nuestra creencia de que podemos poseer cosas lo que causa el apego o identificación y que a su vez es la causa de nuestro sufrimiento mental-emocional.
No es posible romper el ciclo del sufrimiento hasta que no tomemos conciencia de quien somos en verdad. Cuando accedemos a nuestro espacio interior y conectamos con la conciencia de nuestro ser real y eterno, podremos hallar una fuente perdurable de paz y una intención pura y natural de dar nuestro yo y de conectarnos con otros, lo cual es amor.

9 de abril de 2014

FORTALECER LA AUTOESTIMA



La autoestima es un factor esencial para ser capaces de expresar todo nuestro potencial en la vida. Una definición de autoestima sería: el reconocimiento del valor intrínseco de la persona. Teniendo el conocimiento y la conciencia de nuestra belleza interior y de aquellos aspectos de nuestro ser que nos convierten en alguien único e irrepetible. Para fortalecer nuestra autoestima es necesario explorar, reconocer y nutrir nuestros valores y cualidades positivas más profundas y auténticas, que luego se convertirán en los pilares de una autoestima sólida, estable y duradera.

Factores que pueden ser la causa de una baja autoestima:

-         Cuando nos identificamos con una serie de creencias y percepciones erróneas acerca de nosotros mismos, bien sea debido a situaciones y/o roles temporales. En particular la identificación con un rol temporal nos puede conducir a un estado de confusión interna en determinados momentos, cuando por ejemplo nuestro sentido de valía se fundamenta en exceso en la proyección y satisfacción de ese rol, como podría ser por ejemplo el rol profesional.  Entonces es probable que nos identifiquemos  más con lo que hacemos y tenemos  que con lo que somos.

-         Las comparaciones con los demás. Uno de los primeros pasos para construir un estado de autoestima es dejar de compararse con otros y comprender que todos somos únicos.

-         La influencia de la crítica y la alabanza es también un buen test para comprobar cuan fuerte y estable es nuestra autoestima. En ocasiones le damos una importancia excesiva a la opinión y los juicos que los demás hacen de nosotros. La consecuencia es que nos obstinamos de forma crónica en demostrar nuestra valía.

-         Cuando nos devaluamos, debido a identificarnos con nuestras debilidades y no reconocer nuestras fortalezas. Al identificarnos con las debilidades estas pasan a un primer plano de nuestra conciencia y la auto-imagen que tenemos de nosotros mismos, y como consecuencia se hacen más firmes.

Métodos para fortalecer la autoestima:

-         Practicar la introversión y estabilizarnos en nuestro centro, donde conectamos con nuestra calma y recursos internos. Mediante técnicas como la meditación o la reflexión silenciosa vamos fortaleciendo nuestra capacidad de permanecer serenos y calmados internamente y vamos recuperando el control de nuestra mente y emociones. Al sentirnos más en control de nuestro mundo interno y de nuestras vidas, y menos controlados por los eventos y las personas, la vivencia de la autoestima crece y se fortalece de forma natural.

-         Reconocer nuestras cualidades y valores positivos más profundos y vivirlos y expresarlos en nuestra vida cotidiana. Nuestra autoestima se desarrolla fácilmente cuando vivimos y expresamos estos valores de una forma íntegra y consciente.

-         Ir más allá de los deseos limitados y egoístas y pensar y actuar con una visión que aporte un beneficio más amplio en nuestro entorno habitual.

-         Desarrollar más confianza en nosotros mismos. Esto significa creer en nosotros mismos y en nuestro potencial. Confiar en la vida, en los demás y  que la belleza y la verdad son posibles.

-         Apreciar y valorar los logros, las cualidades y los éxitos de uno mismo y de los demás. Una apreciación y valoración sincera, basada en la humildad y un espíritu de aprendizaje y crecimiento personal.