21 de marzo de 2016

PRINCIPIOS ESPIRITUALES DE LA VIDA: LA ATENCIÓN, LA CONCENTRACIÓN Y LA INTENCIÓN


Actualmente se considera que todo es energía; nuestro mundo es la manifestación de un océano de energías, algunas de las cuales construyen formas, mientras que otras constituyen el medio en el que estas formas viven, se mueven y se manifiestan. Nuestros pensamientos, sentimientos, actitudes e intenciones  también son energías sutiles que se están expresando en esta dimensión física. La energía básica fundamental es sutil y espiritual. La consciencia espiritual de cada ser humano está integrada en la energía de los cinco elementos de la materia. Estas energías se rigen por una serie de principios o leyes espirituales universales, uno de los cuales es el principio de la atención, la intención y la concentración.

Podriamos enunciar este principio de la siguiente forma:

Donde sea que enfoques la energía de tus pensamientos, emociones y actitudes provocarás un efecto y algo sucederá en algún momento
        
  “Siembra un pensamiento, cosecha una acción,  siembra una acción, cosecha un hábito, siembra un hábito, cosecha un carácter, siembra un carácter, cosecha un destino”.

¿A qué le das energía en tu mente?

Si por ejemplo nuestra atención se centra en los errores, defectos o debilidades de una persona, estaremos transmitiendo energía a esas debilidades, y con ello las iremos fortaleciendo, tanto en la otra persona como en nosotros mismos. Si por el contrario, nuestra atención se dirige hacia aspectos positivos, nuestra visión reforzará esas cualidades y los demás se sentirán con confianza para expresarlas, lo cual también nos traerá un beneficio a nosotros mismos.
La atención de mi mente da energía a aquello en lo que me enfoco, la concentración da precisión y poder a mis pensamientos, palabras y acciones, y la intención,  el para que lo hago, genera una fuerza transformadora en mis relaciones con el entorno.

9 de marzo de 2016

¿ERES INTELIGENTE? "Equilibrio entre la razón, el corazón y el espiritu"


¿Qué es la inteligencia?

El termino inteligencia proviene del latín “intelligentia” que a su vez deriva de inteligere. Esta es una palabra compuesta por otros dos términos: intus (“entre”) y legere (“escoger”). Por lo tanto, el origen etimológico del concepto de inteligencia hace referencia a quien sabe escoger: la inteligencia nos permite seleccionar las mejores opciones para solucionar un determinado problema. 

Desde hace tiempo se sabe que no existe un único tipo de inteligencia. Podemos encontrar personas con una gran habilidad lógico matemática y una reducida inteligencia emocional. Existe también la denominada “inteligencia espiritual” que nos permite dar una respuesta a la pregunta ¿Quien soy?;  También nos capacita para encontrar un sentido profundo a nuestra vida y, en última instancia, aprender a ser felices de una manera profunda y duradera.

La inteligencia racional u operativa
 
Es la que se nos enseña tradicionalmente en las escuelas. La habilidad de razonar paso a paso e ir tomando decisiones en base a la información que vamos recibiendo. Esta inteligencia nos permite retener datos, procesar la información, relacionarla, e ir resolviendo situaciones prácticas. Sin embargo aunque una persona tenga un alto cociente de esta inteligencia operativa eso no significa que vaya a ser capaz de crear unas buenas relaciones afectivas, encontrarle un sentido a la vida o ser más feliz.

La inteligencia emocional
 
Es la capacidad para reconocer los sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos. El término fue popularizado por Daniel Goleman, con su célebre libro: Inteligencia emocional. Goleman estima que la inteligencia emocional se puede organizar en cinco capacidades: conocer las emociones y sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, crear la propia motivación, y gestionar las relaciones. Con esta inteligencia desarrollamos ciertas capacidades personales para resolver problemas que afectan a nuestras relaciones o la buena convivencia social.

La inteligencia espiritual

Según explica el filósofo Francesc Torralba; Es una modalidad de inteligencia que también se denomina existencial o trascendente. Completa el mapa de las inteligencias múltiples que desarrolló, hace más de dos decenios, Howard Gardner. Nos referimos a una inteligencia que nos faculta para preguntar por el sentido de la existencia, el desarrollar la capacidad de ser un observador imparcial de la realidad,  para elaborar proyectos de vida, para trascender la materialidad, el saber interpretar símbolos y comprender sabidurías de vida. El ser humano es capaz de un conjunto de actividades que  no se explican sin referirse a este tipo de inteligencia. Es especialmente cultivada en los grandes maestros espirituales, en los filósofos y artistas, también en los creadores.

¿Cómo cultivar la inteligencia espiritual?

La persona que ha desarrollado su inteligencia espiritual ha descubierto un nuevo lenguaje, el del silencio y la reflexión, y se da cuenta que la vida tiene un sentido más profundo y trascendente. 

La práctica de la soledad, el gusto por el silencio, la contemplación estética, la práctica de la meditación, el diálogo socrático e incluso el ejercicio físico son formas de desarrollar la espiritualidad y nos permite ser más auto-conscientes. Aprendemos a reconocer la importancia de nuestros pensamientos y emociones así como del impacto que crean en nuestro entorno. 

La inteligencia espiritual es aprender a mirar en nuestro interior y crear calma y silencio en la mente. Por medio de la meditación podemos conocernos en profundidad, y conocer mejor a los demás. También nos permite  clarificar nuestra identidad auténtica y el propósito de nuestra existencia.