7 de febrero de 2016

MEDITACIÓN: LA MEDICINA DEL ALMA


Nuestras vidas tienen una dimensión exterior, el mundo de nuestras relaciones, trabajo, responsabilidades, roles, etc.; y una dimensión interior, el mundo de nuestros pensamientos, sentimientos y emociones. Estas dos dimensiones están interconectadas y se influyen mutuamente a cada momento. Lo que sucede en nuestro entorno cotidiano afecta nuestra forma de pensar, sentir y actuar. De la misma forma nuestros pensamientos, palabras y acciones tienen un impacto directo en las circunstancias de nuestra vida y  en la calidad de nuestras relaciones con los demás.

Muchas personas no son conscientes de cómo la calidad de sus pensamientos y emociones tienen un influencia directa en la respuestas que reciben de su entorno. Cuando vamos desarrollando más consciencia de nuestros propios pensamientos podemos anticipar las respuestas de los demás. Para tener claridad de nuestros pensamientos deberíamos observar con cierta perspectiva lo que está pasando, ver la totalidad de la situación en nuestra mente y comprender la manera en que nos afecta. Cuando somos más conscientes prestamos más atención a aquello que se nos pide, o al consejo o apoyo que se necesita de nosotros.

Meditar a diario nos ayuda a cultivar una vida interior más rica, plena y armoniosa. De esta forma podemos desarrollar un estado de mayor presencia que nos aporta claridad y fortaleza mental. Esto nos permite dar respuestas positivas a las situaciones y retos que se nos presentan a diario.

Podríamos distinguir siete etapas en el proceso de la meditación:

1)   Relajación: nos permite soltar las tensiones del cuerpo y nos prepara para entrar en un estado meditativo.
2)   Iniciación: Vamos tomando cierta distancia de la actividad mental, adoptando la actitud de un observador imparcial. Este posicionamiento nos ayuda a tomar conciencia de la dispersión de pensamientos que hay en nuestra mente y a ir efocándonos en un punto interior de conciencia.
3)   Calmar la mente: sembramos en nuestra mente nuevas semillas de pensamientos pacíficos y calmados. Vamos entrando en un estado de tranquilidad y quietud mental.
4)   Concentración: Nos podemos ayudar de algunas imágenes que nos evoquen vivencias de paz. Ello nos ayuda a mantener la concentración y la experiencia de calma y silencio interior se hace más real.
5)   Conexión con el ser: nos estabilizamos en nuestro centro, nuestra esencia divina y luminosa.
6)   Conexión trascendente: Vamos más allá del yo limitado o falso ego, sentimos la unión con una fuente suprema de energía espiritual. Entramos en un estado de yoga o comunión.
7)   Irradiamos esta energía de amor y poder espiritual que recibe nuestra alma y nos abrimos para compartirla con los demás. Poco a poco nos preparamos para entrar en la acción de una forma más altruista y compasiva.


La práctica de la meditación es una disciplina mental  sobre uno mismo para llevar a cabo un proceso de sanación del alma. Es una actividad  sutil y profunda que nos permite desarrollar nuestra inteligencia espiritual y que nos aportará importantes beneficios en nuestra capacidad de concentración, claridad mental, estabilidad emocional y  toma de decisiones correcta, etc.