27 de diciembre de 2011

Explorar el presente, diseñar el futuro, ser creador de tú destino


Cuando un año termina y otro se inicia se despierta en la conciencia de muchas personas un deseo de renovación y cambio. Surge el pensamiento de hacer una limpieza de las cosas viejas que guardamos en los armarios de nuestras vidas e introducir alguna novedad, algún cambio positivo que nos lleve a un estado de mayor bienestar y felicidad. En este artículo voy a  exponer  de una forma sencilla y clara un método para que esos nuevos propósitos que hacemos al empezar el año no se diluyan al cabo de poco tiempo y acaben en el baúl de los olvidos.
Lo primero que nos tenemos que preguntar es si tenemos el verdadero deseo de salir de nuestra área de comodidad y plantearnos nuevos retos de aprendizaje y desarrollo personal. Lo hermoso y arriesgado de la vida moderna es que tenemos que seguir avanzando en la dirección que nos hayamos propuesto, o de lo contrario serán los demás quienes nos moverán en la suya. Si no sabemos lo que queremos es probable que acabemos haciendo lo que otros quieren que hagamos.
“Un objetivo es un sueño con piernas”. ¿Qué significa esto? Los objetivos nos hacen avanzar. Es básicamente el estado o el resultado deseado por una persona. Es la respuesta a la pregunta: ¿Qué es lo que quiero? El poder de la definición de objetivos reside en que fija nuestra atención y centra los pensamientos.
Cuando nos marcamos un objetivo, este tiene que ser valioso, debe expresar nuestros valores más profundos, de lo contrario no desarrollaremos la motivación necesaria para alcanzarlo.
Un objetivo puede considerarse bien formulado cuando cumple las siguientes condiciones:

1.      Debe ser expresado en términos positivos
Todo objetivo-resultado debería ser formulado en positivo, describiendo lo que queremos en lugar de lo que no queremos o deseamos evitar. Por ejemplo, en lugar de decir: “No quiero sentir de nuevo ansiedad”, “No quiero enfadarme con mis compañeros de trabajo”, sería mucho más aconsejable pensar en lo que queremos, ya bien sea sentirse más relajado y tranquilo o bien desarrollar comprensión y empatía hacia los demás.
Preguntas a formularse: ¿Qué es lo que exactamente quiero? ¿Qué supondrá para mí ese objetivo?

2.      Tiene que ser concreto
En algunos casos eso resulta fácil, por ejemplo quiero ganar dos mil euros al mes, quiero cambiar de coche, etc. Pero con los objetivos abstractos o intangibles requiere un poco más de esfuerzo. No resulta fácil ser más concreto cuando decimos que queremos incrementar nuestra autoestima o mejorar una relación. En estos casos lo mejor es ser específico en relación con las pruebas que nos permitirán saber que hemos logrado el objetivo.  Por ejemplo, si el objetivo-resultado es tener más autoestima, podemos decir que eso significará que no me afectaré por la opinión que otros tengan de mí, incluso si me critican o insultan.
Pregunta a formularse: ¿Qué veremos oiremos o sentiremos cuando alcancemos el objetivo?
También debería concretarse la temporización del objetivo: ¿Cuándo vamos a tardar en conseguir ese objetivo?; ¿Cuándo lo queremos alcanzar?

3.      Con evidencia de proceso
Será importante definir de antemano las pruebas que nos permitirán saber que estamos bien orientados y cuando hemos alcanzado el objetivo. Para ello necesitaremos feed-back constante. Por ejemplo para un profesor el feed-back será la calidad de la sintonía que establece con sus alumnos, las pequeñas señales que percibe de que los alumnos tienen interés, se esfuerzan y aprenden.
Preguntas a formularse: ¿Cómo mediremos nuestro progreso hacia el objetivo? ¿Cómo sabremos que lo hemos alcanzado? ¿Cómo sabrás que estás en buen camino hacia el objetivo?

4.      Abundante en recursos
Hay dos tipos de recursos; los disponibles y los adicionales. Los primeros son aquellos que ya tenemos al alcance ahora. Los segundos son los que debemos implementar, desarrollar, aprender o incorporar, pues no están aquí todavía.
Los recursos pueden ser objetos, personas, tiempo o cualidades personales.
Preguntas a formularse: ¿Qué recursos vamos a necesitar para alcanzar ese objetivo? ¿Dónde encontraremos los recursos que necesitamos?

5.      Ecológico
Ecología quiere decir que para cualquier objetivo que consigamos deberemos pagar cierto precio. “Tengo pareja, pero ahora tengo que negociar con ella que película vamos a ver”.
Ganar implica siempre renunciar a algo, luego conseguir el estado deseado me va a costar cierta inversión.
Preguntas a formularse: ¿Cuáles son las consecuencias para otras personas? ¿Cuál es el coste en tiempo, dinero y oportunidad? ¿A que podrías tener que renunciar?

6.      Auto-responsabilizado
Significa ser proactivo. Este principio es de aplicación al viaje, no al destino final. Para alcanzar eres tú quien tiene que actuar, no otra persona. Por lo tanto deberemos dejar de lado cualquier otro objetivo que solo dependa de otras personas.
Preguntas a formularse: ¿hasta qué punto controlas ese objetivo? ¿Qué harás para alcanzar ese objetivo?

7.      Realista y con un tamaño adecuado

 8.      Preparar un plan de acción
Eso es lo que convierte un sueño en un objetivo. Cuando definimos los pasos hacia nuestros objetivos, le estamos poniendo piernas a  nuestro sueño. El plan de acción fracciona el objetivo en pasos más pequeños, haciéndolo más manejable.
Para definir el plan de acción y llevarlo a la práctica necesitamos conocer nuestros valores.

¿Qué son los valores?
Los valores son las cosas que más cuidamos en la vida, aquello que realmente es importante para nosotros. Son el centro de lo que somos, auténticos motivadores y la base de nuestra visión y decisiones.
Los valores son estados mentales y principios de acción. Por lo general son abstractos, como por ejemplo la libertad, honestidad, respeto, amor, seguridad, amistad, etc.
Preguntas a formularse: ¿Qué es para ti importante en relación con…? ¿Qué es lo que te importa a ti en esto?


  “No basta con dar pasos que han de conducir un día a una meta; cada paso debe ser en sí mismo una meta que al mismo tiempo nos hace avanzar.
                                                                                                                            Goethe