La
meditación, en la forma de reflexión y análisis, nos ayuda a crear y mantener nuestra
motivación. Para crear novedad en nuestra vida y desarrollar claridad en la percepción, ideales y objetivos.
Debemos soltar el apego a los viejos
hábitos y las viejas formas de pensar y
de observar el mundo. Esto nos permitirá crear un espacio para algo nuevo e
inspirador.
La
motivación es una energía interior positiva, una combinación de entusiasmo y la percepción clara de las situaciones, lo cual
nos permite realizar con éxito una tarea en concreto. La motivación
nos mantiene firmes y determinados en nuestro camino, sin distraernos
por los problemas, las trivialidades o la pereza. ¿Qué conseguimos con la
motivación? Nos mueve de una realidad a otra, de donde estamos a donde quisiéramos estar en un
futuro próximo. La motivación se mantiene cuando se está cumpliendo en
nuestra vida un sentido de propósito, identidad y contribución.
Cuando
queremos reactivar nuestra motivación, tenemos que examinar lo siguiente:
·
¿Qué quiero?
·
¿Cuáles son mis aspiraciones?
·
¿Qué es lo que valoro?
·
¿Qué necesito?
·
¿Qué me gusta?
·
¿Qué entiendo?
·
¿Qué es lo que amo?
Cuando nos sentamos a reflexionar sobre las respuestas a estas preguntas esto se convierte en la base para la activación de nuevas ideas y tareas, o para reactivar aquellas que habíamos dejado olvidadas. A lo largo de la vida, de vez en cuando es necesario dar un paso atrás, permanecer en silencio y redefinir, reevaluar, y experimentar una y otra vez sobre lo que sabemos o creemos saber. Es un ejercicio simple que si se hace con sinceridad estimula y renueva nuestro pensamiento, con lo cual la motivación se activa de nuevo.
Por tanto, para cambiar o ampliar
nuestros modelos necesitamos:
·
Redefinir
·
Reexaminar
·
Reorientar
·
Reaprender
Entonces se genera novedad, creatividad y calidad. La motivación exitosa depende de tener objetivos claros. ¿Cuánto creemos en nuestros objetivos? La fe en nuestro objetivo determina la calidad del esfuerzo y la voluntad para afrontar los desafíos. La motivación se irá renovando con éxito cuando nos demos cuenta que siempre existe la posibilidad de ejercitar el poder de elegir.
Otra
pregunta que nos ayuda a mantener la motivación es: "¿Qué es realmente lo
más importante para mí? ¿El producto o el
proceso? El proceso implica
crecimiento, desarrollo y aprendizaje; así como cultivar la conciencia y los
recursos del ser y los demás. Si estoy más orientado al producto hay la
tendencia a poner el énfasis en el
resultado, sin dedicar suficiente atención a los procesos subyacentes
necesarios para lograr ese
resultado. El método de la solución
rápida, la fórmula del "éxito en siete días" no funciona muy bien, al menos a largo plazo. Si
nos fijamos en la naturaleza, vemos que su belleza y su fuerza son el resultado
de la combinación del tiempo y el proceso. Por
ejemplo, un roble gigante, las rosas en un jardín, el cambio de las estaciones, no ocurren
de forma instantánea. Siempre hay
que dedicar un espacio y tiempo adecuado para que los procesos puedan funcionar
bien.
Para
que un proceso tome lugar con eficacia, tengo que priorizar, es decir, hacer el mejor uso posible de mi tiempo,
energía y recursos.
Para
priorizar también necesito reconocer y rechazar las excusas inteligentes (por ejemplo, "no
hay tiempo") y crear un calendario que sea realista y funcional. Cuando
priorizo mis valores más profundos, entonces el tipo de motivación que surgirá
como resultado de ello será más claro. ¿Mi motivación es materialista o espiritual? Los resultados
de una y otra son muy diferentes.
La motivación materialista
Se basa en la ambición, la
competencia y el deseo de conseguir un estatus social o profesional. A
menudo creemos que no podemos tener éxito sin ellos y por ello el pensar y
actuar toman lugar sobre la base de estos valores. A menudo, los
resultados conllevan conflicto, miedo,
apego, celos, posesividad y la excesiva identificación del ser con un rol o una posición, lo cual nos hace sentir
amenazados por alguien que sea más talentoso o elogiado. Así por ejemplo, cuando la motivación es materialista,
siempre hay el miedo a la pérdida que a su vez crea malestar, estrés y
preocupación.
La motivación
espiritual
Se basa en el
entusiasmo por una tarea, en lugar de la ambición ciega, así como la
cooperación con la singularidad de los demás, en lugar de competir con esas diferencias. Por último, el sentimiento de servir a través de
cualquier talento, posición o rol que tengo. Servir a una necesidad en lugar de
explotarla es un servicio de calidad.
Los
resultados de la motivación espiritual son el respeto, la armonía personal, el bienestar colectivo, un sentido de
propósito y la sensación de una profunda satisfacción en nuestro interior.
Tener
motivaciones espirituales como el
cooperar, el compartir, mantener la integridad y el respeto creará calidad en
el objetivo, la tarea y la metodología utilizada. La meditación, en forma
de reflexión, nos ayuda a reexaminar y redefinir nuestros objetivos, los
procesos y las razones por las que estamos haciendo lo que hacemos.