Nuestras vidas tienen una dimensión exterior, el mundo de nuestras
relaciones, trabajo, responsabilidades, roles, etc.; y una dimensión interior,
el mundo de nuestros pensamientos, sentimientos y emociones. Estas dos
dimensiones están interconectadas y se influyen mutuamente a cada momento. Lo
que sucede en nuestro entorno cotidiano afecta nuestra forma de pensar, sentir
y actuar. De la misma forma nuestros pensamientos, palabras y acciones tienen
un impacto directo en las circunstancias de nuestra vida y en la calidad de nuestras relaciones con los
demás.
Muchas personas no son conscientes de cómo la calidad de sus
pensamientos y emociones tienen un influencia directa en la respuestas que
reciben de su entorno. Cuando vamos desarrollando más consciencia de nuestros
propios pensamientos podemos anticipar las respuestas de los demás. Para tener
claridad de nuestros pensamientos deberíamos observar con cierta perspectiva lo
que está pasando, ver la totalidad de la situación en nuestra mente y
comprender la manera en que nos afecta. Cuando somos más conscientes prestamos
más atención a aquello que se nos pide, o al consejo o apoyo que se necesita de
nosotros.
Meditar a diario nos ayuda a cultivar una vida interior más rica,
plena y armoniosa. De esta forma podemos desarrollar un estado de mayor
presencia que nos aporta claridad y fortaleza mental. Esto nos permite dar
respuestas positivas a las situaciones y retos que se nos presentan a diario.
Podríamos distinguir siete etapas en el proceso de la meditación:
1)
Relajación: nos permite soltar las
tensiones del cuerpo y nos prepara para entrar en un estado meditativo.
2)
Iniciación: Vamos tomando cierta distancia de la actividad mental,
adoptando la actitud de un observador imparcial. Este posicionamiento nos ayuda
a tomar conciencia de la dispersión de pensamientos que hay en nuestra mente y
a ir efocándonos en un punto interior de conciencia.
3)
Calmar la mente: sembramos en
nuestra mente nuevas semillas de pensamientos pacíficos y calmados. Vamos
entrando en un estado de tranquilidad y quietud mental.
4)
Concentración: Nos podemos ayudar de
algunas imágenes que nos evoquen vivencias de paz. Ello nos ayuda a mantener la
concentración y la experiencia de calma y silencio interior se hace más real.
5)
Conexión con el ser: nos
estabilizamos en nuestro centro, nuestra esencia divina y luminosa.
6)
Conexión trascendente: Vamos más allá
del yo limitado o falso ego, sentimos la unión con una fuente suprema de
energía espiritual. Entramos en un estado de yoga o comunión.
7)
Irradiamos esta energía de amor y poder espiritual que recibe
nuestra alma y nos abrimos para compartirla con los demás. Poco a poco nos
preparamos para entrar en la acción de una forma más altruista y compasiva.
La práctica de la meditación es una
disciplina mental sobre uno mismo para
llevar a cabo un proceso de sanación del alma. Es una actividad sutil y profunda que nos permite desarrollar
nuestra inteligencia espiritual y que nos aportará importantes beneficios en
nuestra capacidad de concentración, claridad mental, estabilidad emocional
y toma de decisiones correcta, etc.