Un
hábito bastante extendido en nuestra cultura es lo que podríamos llamar la
sacralización del esfuerzo: Como reza el dicho: “ganarás el pan con el sudor de
tu frente”, y eso se relaciona con la creencia que el trabajo tiene que estar
lleno de esfuerzo y a veces incluso de cierto sufrimiento, o que si trabajas
más horas vas a rendir más y mejoraras la productividad. Estas normas asumidas
en nuestras sociedad nos llevan a sobrevalorar el esfuerzo y la acción,
mientras que actividades como la creatividad, la contemplación y la reflexión
quedan infravaloradas.
Atrapados en el hacer, sin tiempo para la
reflexión
Si
alguna vez hemos sido sorprendidos inmóviles, en plena reflexión o en un
proceso de creatividad mental, es probable que nos hayamos dejado llevar por la
tentación de iniciar cualquier tipo de movimiento para dar la impresión de
actividad. Sucede que en muchas ocasiones, debido a ciertas creencias
existentes en nuestra sociedad, tenemos que dar la imagen de ser una persona
muy ocupada, ya que esto se asocia con ser alguien importante. Lo malo es que
la actividad sin conciencia se puede acabar convirtiendo en un correr de un
lado para otro sin un claro sentido de propósito ni dirección. Uno permanece tan
ocupado con lo que hace que puede llegar a olvidar porqué y para qué lo hace.
¿Qué es la no acción?
La
no acción no tiene nada que ver con la dejadez o la pasividad. Practicar la no
acción requiere mucha sabiduría y coraje. Las personas que siempre están
ocupadas haciendo cosas podrían considerar la no acción como una amenaza para
sus intereses. Sin embargo con la práctica puede que la persona acabe
descubriendo que se consigue hacer más, e incluso mejor practicando la no acción. No acción significa
permitir que las cosas sean y se desplieguen a su propia manera.
Cuando
nuestra mente se calma nuestros pensamientos se hacen más claros y eficaces, y
de esta forma podemos lograr más éxito con menos esfuerzo. Toda acción se inicia con un pensamiento; por tanto
en primer lugar debemos sembrar las semillas del éxito en nuestra mente. De esta forma podemos crear las condiciones
favorables para que con la influencia de nuestros pensamientos positivos y una
visión elevada, otros actúen de la forma que sea más beneficiosa, tanto para
ellos mismos como para los demás.
Meditación y no acción
Meditar
es sinónimo de practicar la no acción. Como afirma Jon Kabat Zinn, no
practicamos para conseguir que las cosas sean perfectas, ni para lograr hacer
las cosas a la perfección. Más bien practicamos con el fin de comprender y
experimentar de forma directa que las cosas ya son perfectas tal como son. Esto
está relacionado con sostener el momento presente con toda su plenitud sin
añadir nada extra, percibiendo su pureza y el fresco potencial que tiene para
dar lugar al momento siguiente.
Práctica:
Detente, observa, aprende, inspírate:
A lo
largo del día intenta percibir la plenitud del momento presente, tanto en los
momentos rutinarios como en los más complicados y difíciles. Practica la
actitud de permitir que las cosas se desplieguen en tu vida, sin forzar que
ocurran y sin rechazar las que no encajan con tu idea de lo que debería estar ocurriendo.
Practica la aceptación incondicional de todo lo que sucede, intentando a su vez
percibir y valorar que cada momento es absolutamente preciso, como debe de ser,
y que cada persona es un actor en la maravillosa obra de la vida, interpretando
el papel que les toca de acuerdo al guión establecido.