8 de junio de 2016

MANEJAR LA EXPECTATIVAS


Vivimos en un mundo de numerosas expectativas. Hemos generado una estructura de sociedad que nos hace dependientes de un gran numero de posesiones, conforts y facilidades. Nos podríamos preguntar: ¿qué pasaría si mañana dejaran de funcionar nuestros transportes, el suministro de luz y con ello nuestros ordenadores, internet, electrodomésticos, o nuestros indispensables smarthpones? Probablemente nuestra sociedad colapsaría y se sumergiría en el caos.



Damos por hecho que cada mañana nuestro teléfono tiene que funcionar, nuestro coche tiene que arrancar, nuestro ordenador tiene que conectarse a internet, etc.   ¿Pero cómo reaccionamos cuando alguna de esos soportes externos nos falla? ¿Sabemos mantener la calma, ser creativos y encontrar un plan B o nos quedamos bloqueados?



Por otro lado hay todo un mundo de expectativas que creamos en el ámbito de nuestras relaciones, padres que esperan de sus hijos sean abogados, tenistas, futbolistas, médicos, etc. Hijos que esperan que sus padres les mantengan y les ayuden económicamente. Maridos que esperan que sus esposas  cuiden de sus hijos, les tengan la comida preparada cada día, y la ropa bien planchada. Esposas que esperan que sus maridos las escuchen, las comprendan y les ayuden en sus labores domésticas y la educación de sus hijos…. Podríamos elaborar una larga lista de necesidades físicas, emocionales y espirituales que esperamos que otros sepan comprenden y satisfacer. Sin embargo muchas veces no sucede así y entonces, ¿como reaccionamos?



Aprender a soltar



¿Es erróneo tener expectativas? ¿es posible vivir sin ellas? Es evidente que nuestra interacción con los demás se basa en un dar y recibir y ello también comporta una serie de derechos y de responsabilidades. Sin embargo es también importante darse cuenta que muchas veces no podemos forzarles a que cumplan nuestras expectativas. El uso del control y la fuerza tienen unos resultados limitados y a corto plazo. Por tanto es mejor aceptar que en la mayoría de ocasiones no podemos controlar el comportamiento de las personas con quien nos relacionamos habitualmente.

Opino que es positivo tener expectativas positivas y esperar lo mejor de otros. Que muestren su mejor cara a diario o que consigan alcanzar sus objetivos. Pero a la vez hemos de estar preparados para lo inesperado y de igual manera aprender a soltar nuestras expectativas cuando estas no se cumplen. Podríamos ilustrar esta actitud con el ejemplo de un jardinero, que hace todo lo mejor que puede y sabe para preparar el terreno, abonarlo, eliminar las malas hierbas, seleccionar las semillas y el momento ideal para plantarlas, regarlas de vez en cuando, pero luego tiene que soltar y dejar que la naturaleza siga su curso y haga el resto. Es un buen ejemplo del equilibrio entre amor y desapego, el cual no es fácil de lograr, sobre todo si lo intentamos aplicar al ámbito de las relaciones humanas.

  



Comunicación clara y honesta



Para evitar malos entendidos y falsas expectativas la comunicación clara y honesta es fundamental. Clarificar con la otra parte, ya sea hijo, cónyuge, socio o colaborador lo que nos gustaría recibir de nuestra relación y también lo que podemos dar y aportar y viceversa. En caso de ciertas desavenencias, estar abiertos a la negociación, siendo flexibles y dialogantes para llegar a unos acuerdos mínimos  que nos permitan tener una convivencia armoniosa y pacifica.




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