Vivimos en un mundo de numerosas expectativas. Hemos generado una
estructura de sociedad que nos hace dependientes de un gran numero de
posesiones, conforts y facilidades. Nos podríamos preguntar: ¿qué pasaría si
mañana dejaran de funcionar nuestros transportes, el suministro de luz y con
ello nuestros ordenadores, internet, electrodomésticos, o nuestros
indispensables smarthpones? Probablemente nuestra sociedad colapsaría y se
sumergiría en el caos.
Damos por hecho que cada mañana nuestro teléfono tiene que
funcionar, nuestro coche tiene que arrancar, nuestro ordenador tiene que
conectarse a internet, etc. ¿Pero cómo
reaccionamos cuando alguna de esos soportes externos nos falla? ¿Sabemos
mantener la calma, ser creativos y encontrar un plan B o nos quedamos
bloqueados?
Por otro lado hay todo un mundo de expectativas que creamos en el
ámbito de nuestras relaciones, padres que esperan de sus hijos sean abogados,
tenistas, futbolistas, médicos, etc. Hijos que esperan que sus padres les
mantengan y les ayuden económicamente. Maridos que esperan que sus esposas cuiden de sus hijos, les tengan la comida
preparada cada día, y la ropa bien planchada. Esposas que esperan que sus
maridos las escuchen, las comprendan y les ayuden en sus labores domésticas y
la educación de sus hijos…. Podríamos elaborar una larga lista de necesidades
físicas, emocionales y espirituales que esperamos que otros sepan comprenden y
satisfacer. Sin embargo muchas veces no sucede así y entonces, ¿como
reaccionamos?
Aprender a soltar
¿Es erróneo tener expectativas? ¿es posible vivir sin ellas? Es
evidente que nuestra interacción con los demás se basa en un dar y recibir y
ello también comporta una serie de derechos y de responsabilidades. Sin embargo
es también importante darse cuenta que muchas veces no podemos forzarles a que
cumplan nuestras expectativas. El uso del control y la fuerza tienen unos
resultados limitados y a corto plazo. Por tanto es mejor aceptar que en la
mayoría de ocasiones no podemos controlar el comportamiento de las personas con
quien nos relacionamos habitualmente.
Opino que es positivo tener expectativas positivas y esperar lo
mejor de otros. Que muestren su mejor cara a diario o que consigan alcanzar sus
objetivos. Pero a la vez hemos de estar preparados para lo inesperado y de
igual manera aprender a soltar nuestras expectativas cuando estas no se
cumplen. Podríamos ilustrar esta actitud con el ejemplo de un jardinero, que
hace todo lo mejor que puede y sabe para preparar el terreno, abonarlo,
eliminar las malas hierbas, seleccionar las semillas y el momento ideal para
plantarlas, regarlas de vez en cuando, pero luego tiene que soltar y dejar que
la naturaleza siga su curso y haga el resto. Es un buen ejemplo del equilibrio entre
amor y desapego, el cual no es fácil de lograr, sobre todo si lo intentamos
aplicar al ámbito de las relaciones humanas.
Comunicación clara y
honesta
Para evitar malos entendidos y falsas expectativas la comunicación
clara y honesta es fundamental. Clarificar con la otra parte, ya sea hijo, cónyuge,
socio o colaborador lo que nos gustaría recibir de nuestra relación y también
lo que podemos dar y aportar y viceversa. En caso de ciertas desavenencias,
estar abiertos a la negociación, siendo flexibles y dialogantes para llegar a
unos acuerdos mínimos que nos permitan
tener una convivencia armoniosa y pacifica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario