31 de octubre de 2012

EL ARTE DE ENFOCAR LA MENTE


El pensamiento es una de las energías más poderosas del Universo, y a menudo una de las menos comprendidas.  Los pensamientos son como semillas que constantemente estamos plantando en nuestras mentes, y de las cuales luego irán surgiendo nuestras emociones, sentimientos, palabras y acciones, lo cual a su vez irá creando nuestros hábitos y creencias, y finalmente irá modelando nuestra personalidad. Se dice: “Así como piensas, así es tu vida”. Por tanto es importante dedicar un  tiempo a conocer mejor el funcionamiento de nuestra mente y aprender utilizar lo mejor posible esta herramienta tan valiosa que tenemos todos los seres humanos. Como sucede con muchas cosas en nuestra vida, al nacer a este mundo no nos dan un manual de instrucciones de como usar las facultades internas y sutiles de nuestra conciencia.

Un estudio realizado en Norteamérica afirma que la mente humana llega a generar entre 50.000 y 60.000 pensamientos diarios; sin embargo, ¿de cuantos de ellos somos conscientes? ¿Cuántos son creados por hábitos rutinas y automatismos y cuando son elegidos conscientemente? Si tomáramos  más conciencia de nuestros pensamientos nos daríamos cuenta que gran parte de los mismos vienen creados por hábitos que hemos ido creando a lo largo de nuestra vida. Muy pocas veces el ser humano se para unos momentos para reflexionar y observar lo que está pensando y sintiendo, que es la clave para darse cuenta de las consecuencias que eso tiene en nuestra calidad de vida y bienestar interior.

La creación de los pensamientos

¿Cómo se originan los pensamientos en nuestra mente?  Podríamos decir que hay dos fuentes de creación, por un lado los sentidos físicos son las puertas a través de las cuales percibimos la realidad del mundo exterior y que da origen a muchos de los pensamientos y deseos que surgen en la mente. Podríamos comparar la mente a una pantalla, donde se proyectan ideas, imágenes, pensamientos, etc. Lo que sucede a menudo hoy en día es que, a través de los sentidos físicos,  hay un bombardeo constante y excesivo de información y estímulos sobre esta pantalla, lo cual provoca que se acabe sobrecargando y saturando. Ello provoca que la mente  de la persona se vaya debilitando. El signo de la debilidad es la falta de control sobre los pensamientos.  La mente siempre esta en algún otro lugar, pensando en cosas, situaciones o personas del mundo exterior, atrapada en recuerdos del pasado o preocupada por lo que sucederá en el futuro.

¿Qué provoca el debilitamiento de la mente?

Podríamos mencionar dos causas fundamentales del divagar y el descontrol de la mente: una son los deseos constantes e interminables y la otra el apego. El lenguaje de los deseos es quiero esto, quiero aquello o lo otro. Necesito más, y más y más. Por otro lado, el apego da origen a muchos miedos e inseguridades en la persona, ¿qué me sucederá si pierdo mi trabajo? ¿Y si mi compañero me abandona?, etc. Estas cosas influyen a la mente y la hacen muy vulnerable e inestable. Nos volvemos muy dependientes de factores externos a nosotros y los sentidos físicos nos esclavizan.

. En ocasiones las mentes de las personas son como un coche que va con el acelerador al máximo y sin frenos ni volante, lo cual garantiza con seguridad que habrá accidentes con otras personas, en la forma de conflictos, mala comunicación, enfado, etc. Debemos aprender a mirar en nuestro interior y preguntarnos ¿hacia donde divaga mi mente? ¿Dónde se queda estancada o apegada? ¿Cuál es la calidad de mis pensamientos? La meditación nos ayuda a poner orden en los armarios de nuestra mente y a tener más control sobre los sentidos físicos.

Recuperar la soberanía interior

Existe otra facultad en nuestra conciencia que esta separada de nuestra mente, le llamaremos el ojo interior, o el intelecto. Con está facultad podemos observar lo que sucede en la pantalla de la mente, y sino nos gusta lo que vemos, cambiar el programa. Sin embargo este ojo interior tiene que está entrenado y en buena forma para recuperar el control de los pensamientos.  La clave está en aprender a observar conscientemente nuestra mente y no identificarnos ni apegarnos a lo que estamos viendo. Generar la actitud de ser un observador imparcial es una de las claves para recuperar la maestría y la soberanía interior. Una práctica muy útil es hacer breves pausas durante el día, aprender a interiorizarse y volver a un punto interior de calma y tranquilidad. Preguntarme de vez en cuando; ¿Qué hay en mi mente a lo largo del día? ¿Por qué estoy pensando en esto? ¿Me trae algún beneficio estos pensamientos? Con esta práctica es como si pusiéramos a funcionar nuestro ojo interior de la conciencia y la sabiduría, y así el acelerador de la mente está más controlado, y los frenos vuelven a funcionar correctamente.  

Para fortalecer nuestro intelecto necesitamos conocimiento espiritual de calidad que nos aporte claridad y un mejor entendimiento de nosotros mismos y de como funciona nuestro mundo interior, la mente, los pensamientos y las emociones. Este poder interior que vamos recuperando con la práctica de la meditación nos ayuda a oxigenar la mente y terminar con todo el desperdicio de los pensamientos innecesarios y negativos, que son los verdaderos ladrones de nuestra paz y felicidad interior.

Meditación: el poder del pensamiento concentrado

La práctica regular de la meditación nos ayuda al fortalecimiento de las facultades sutiles de la conciencia: la mente y el intelecto.  Hay tres pasos básicos que seguimos cada vez que nos sentamos para meditar:

1) Separarse: Consiste en ir alejando nuestros pensamientos del mundo exterior para concentrarlos en el aquí y ahora. A la vez nos vamos haciendo introvertidos, como una tortuga que repliega sus órganos en el interior de su  caparazón.  Los sentidos físicos se van calmando y los pensamientos se van ralentizando. El ojo interior del intelecto comienza a separarse de la pantalla de la mente y a desarrollar la actitud mental del observador imparcial.

2) Observar: Al tomar distancia sobre la mente vamos recuperando el control sobre la misma. Aprendemos a observar los pensamientos, la creación de la mente, con una actitud ecuánime e imparcial. Nos juzgamos ni analizamos lo que estamos observando y que va cruzando por esa pantalla, simplemente observamos y vamos dejando pasar los pensamientos, como si fueran nubes que van cruzando por el cielo. Con esta práctica iremos recuperando las sensaciones de control y dominio sobre la mente.

3) Dirigir: A medida que los pensamientos se hacen más pausados y calmados, poco a poco vamos dando un nuevo rumbo a la dirección de los pensamientos. Como un capital que lleva el timón de su embarcación a buen puerto, nuestro intelecto va dirigiendo con firmeza y sabiduría a la mente en la dirección más beneficiosa. Suavemente le vamos dando mensajes positivos a nuestra mente, en forma de pensamientos elevados, tales como: “eres un ser de paz”, “eres estable, calmada y poderosa”. Y procuramos mantener la concentración en estos pensamientos el mayor tiempo posible. Con está practica la mente va cogiendo de nuevo el habito de crear pensamientos que nos conectan con el ser espiritual, el alma y con nuestra naturaleza original de paz, amor y sabiduría.

1 comentario:

Unknown dijo...

Estoy en el proceso de conciencia y atraves de la meditacion encontrar espacio para observar.Mil ideas aterrizan en mi mente, y me provocan desasosiego.
Hoy mi profesor nos comenta que con la practica constante de yoga podremos enfocar nuestros pensamentos. Con la conciencia y contemplar nuestros pensamientos, llegar a ser mas asertivos.
Comentario que refleja este articulo . en hora buena.