24 de noviembre de 2016

SILENCIO INTERIOR: EL CAMINO HACIA LA CONCIENCIA PLENA


La conciencia es una facultad que poseemos los seres humanos y que nos diferencia de otros especies del reino animal o vegetal. Es una capacidad más sutil que los pensamientos y sentimientos, y debido a ello puede que no sea percibida por uno mismo ni tampoco por los demás.

En este momento quizás estamos ocupados en diferentes acciones, Ej., leyendo, escuchando música, etc. Sin embargo, también estamos conscientes de la ciudad o país en el cual residimos. No es un pensamiento consciente, sin embargo la conciencia de nuestra orientación con respecto al lugar está ahí. De igual manera tenemos una conciencia basada en el tiempo. Sabemos si es de mañana, tarde o noche. También tenemos conciencia de dónde hemos venido y a dónde vamos, (Ej., vengo de casa y voy a cierta tienda). La mayor parte del tiempo, no estamos prestando atención a estos factores y la conciencia es meramente subconsciente.  Ocasionalmente, estamos conscientes del lugar, tiempo y sensaciones. Por otro lado, estas conciencias pueden estar basadas en una información correcta o incorrecta. Una persona que ha tenido una conciencia anormal o incorrecta del tiempo y el lugar, pudiera ser que necesitara tratamiento psiquiátrico. Cuando no hay conciencia de nada, inclusive de las sensaciones de dolor más profundas en el cuerpo, se consideraría que la persona en cuestión está  inconsciente o muerta.
Hay  otro tipo de conciencia, en la cual estamos particularmente interesados, y es la conciencia de quienes somos, nuestra identidad. De ahí que cuando  nos observamos a nosotros mismos, notaremos que también llevamos una cierta descripción de nuestra personalidad en nuestra conciencia.  
Conciencia es también una imagen acerca de nosotros mismos en nuestra mente subconsciente. La imagen interna puede cambiar según el entorno y las circunstancias varias veces en el lapso de unas horas. Es una función sutil, así que la mayor parte del tiempo puede que no estemos conscientes de cuál es  la imagen o creencia que está activa. En muchas ocasiones puede estar basada en la apariencia del cuerpo físico (forma, tamaño o vestido), mientras que en otros momentos puede estar basada en nuestro trabajo, relaciones, estatus o rol.
Sea que alguien conscientemente se haya hecho alguna vez la pregunta de ‘¿quién soy?’,  todos llevamos internamente nuestra propia respuesta a esa pregunta. No es una respuesta intelectual, debido a que la mayoría de nosotros puede que nunca intelectualicemos este tema. Inclusive si los intelectuales y filósofos fuesen a reflexionar en la pregunta ‘¿quién soy?’, su respuesta inteligente puede ser una cosa y la conciencia real que practiquen algo completamente diferente.
 ¿CUÁL ES MI VERDADERA IDENTIDAD?
Ahora es una buena oportunidad para observar la función de la conciencia en nosotros mismos. ¿En qué  conciencia estoy en este momento? ¿Qué imagen tengo de mi mismo? ¿Cómo me presentaría a mí mismo, o ¿cómo me describiría a mí mismo? ¿Qué pienso acerca de mi? ¿Quién soy?
¿Me veo a mí misma en términos de la apariencia física del  cuerpo, en cierta ropa, postura o en cierta profesión? ¿O está la conciencia basada en ciertas posesiones, tales como ser el propietario de un coche ultimo modelo o de una mansión cerca de la playa? ¿O está mi sentido de identidad basado en determinados roles como ‘madre’ o ‘esposa’ de tal y cual? Ser capaces de observar esta  función en nosotros mismos de manera imparcial es un tema crucial en nuestro viaje de despertar interior.
CULTIVAR EL SILENCIO INTERIOR
El silencio es un ámbito especialmente idóneo para  plantearnos estas preguntas y lograr experiencias que están íntimamente conectadas con la vida espiritual de la persona. Cuando uno está en silencio consigo mismo y logra acallar las voces de la mente, se asombra de la realidad y la naturaleza del ser, experimenta el misterio de todo lo que palpita en su corazón, y se formula preguntas como por ejemplo cual el sentido y el propósito de nuestra existencia.

No nos referimos sólo al silencio físico, sino al silencio interior. Cuando uno vive plenamente el silencio de la mente puede descubrir su verdadera identidad, con todas sus complejidades, grandezas y debilidades; con sus luces y sus sombras.



19 de septiembre de 2016

PENSAR, SENTIR, SER: EL VIAJE DE LA CABEZA AL CORAZÓN


Una de las posibilidades más increíbles que nos ofrece la vida humana es la capacidad de experimentar. Esta capacidad que todos poseemos puede ser expresada en diferentes formas. Podríamos de entrada diferenciar 4 niveles de experiencia:


-  Experiencia sensorial: la que tenemos a través del uso de los 5 sentidos físicos. Nos permite experimentar la realidad del mundo material.

-  Experiencia emocional: la que tenemos a través de las relaciones humanas y que se expresa de diferentes formas: búsqueda de la experiencia de intimidad, cercanía, afecto, pertenencia, reconocimiento, etc.

-  Experiencia intelectual: se expresa en la necesidad humana de conocer y descubrir los secretos y las leyes de la vida a través de las diferentes disciplinas del saber (filosofía, psicología, biología, física, etc.)

-   Experiencia espiritual: también se podría denominar la experiencia mística o devocional.  Se expresa a través de diferentes manifestaciones espirituales o religiosas. Es un tipo de experiencia más subjetiva y personal que se puede alcanzar a través de estados expandidos de conciencia.


El campo de experimentación de todas estas diferentes formas de experiencia es la mente humana. Según el tipo de conciencia que mantenemos en  nuestra mente ello nos llevará a un  tipo u otro de experiencia.


Equilibrio entre la razón y el corazón


Un equilibrio fundamental de un ser humano plenamente integrado seria el equilibrio entre la razón y corazón,   el pensamiento y el sentimiento,  el ser y el hacer. El exceso de pensamiento analítico y racional bloquea la experiencia espiritual, sin embargo también es necesario para llegar a ella.  Nuestra sociedad se ha vuelto adicta al pensamiento científico y racionalista y ha dejado en el olvido la experiencia espiritual, mística e intuitiva.


En la mente se producen dos actividades, pensar y sentir. Por ejemplo, cuando recordamos a alguien por quien tenemos un amor especial, primero pensamos en esa persona, es decir, traemos su imagen a nuestra mente, luego empezamos a pensar en cosas que nos dijo, en como es, que cualidades tiene,  y en definitiva, en cosas positivas que nos aporta la relación con esa persona. A partir de ese recuerdo se generar los sentimientos de amor, respeto, cariño, apreciación, gratitud, etc. que tenemos hacia ella. También es posible que otras personas traigan recuerdos negativos a nuestra mente, y eso nos acabe provocando emociones negativas.


El aprendizaje reflexivo

La práctica del aprendizaje reflexivo nos permite alcanzar los niveles más profundos de experiencia, y tiene cuatro etapas:


a)Información: Requiere de las capacidad de escuchar, tener curiosidad e interés en aprender. Es necesario tener una mente abierta. Estar atentos. Necesitamos escuchar nuevas ideas porque de esta forma podemos desarrollar nuevas perspectivas.


b) Conocimiento: para adquirir conocimiento y una comprensión profunda tenemos que reflexionar. Seleccionamos algunas de estas ideas que recibimos en la primera etapa  y profundizamos es su significado. Sin entendimiento no habrá motivación para ponerlo en la práctica.


c) Sabiduría: Vamos aplicando las enseñanzas adquiridas en nuestra vida.  Adoptamos un compromiso en utilizar ese conocimiento en la acción. Aprendemos a utilizarlo cuando surgen los retos, dificultades y problemas. La persona sabia sabe  transformar el conocimiento en acción.  Sabe utilizar las virtudes y los valores para resolver cualquier conflicto. Hay coherencia entre lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos.


d) Verdad: ¿qué es la verdad? La verdad es Ser. Nos convertimos en eso. La verdad por ejemplo es vivir plenamente conscientes de que somos seres de paz,  amorosos, creativos, compasivos. La información se ha integrado a nivel del sentimiento y se expresa en la conciencia de forma natural. Hay algo estable que hemos descubierto en nuestro interior, más allá de los cambios y las influencias de las situaciones externas. Hemos conectado con una parte de nuestro Ser que es permanente y que nos proporciona una experiencia estable y duradera de bienestar, paz y compasión.


10 de julio de 2016

EL PODER DE LA PACIENCIA


La paciencia es un arma poderosa para conseguir aquellos objetivos a largo plazo que nos propongamos en la vida.  Merriam Webster define la paciencia como mantener la constancia a pesar de la oposición, dificultad, o adversidad. Una persona que es paciente percibirá las adversidades y los obstáculos como un reto y estímulo para seguir perseverando en alcanzar su propósito. La paciencia no es una sumisión pasiva sino una postura activa ante los retos de la vida.

La naturaleza nos da ejemplos muy sabios de cómo todo tiene su proceso y necesita de su tiempo para dar sus frutos. Así por ejemplo, el bambú japonés nos enseña una lección importante.  Esta planta no sale a la superficie hasta transcurridos siete años después de plantarla. Una vez transcurrido ese periodo el bambú crece más de treinta metros en tan solo seis semanas. Durante los primeros siete años el bambú se dedica a fortalecer y desarrollar sus raíces, lo cual luego le permitirá crecer tan alto y deprisa en tan solo seis semanas. Si fuésemos un jardinero inexperto podría suceder que al no ver crecer el bambú durante esos siete años lo dejaramos de regar y cuidar. Entonces el bambú acabaría muriendo debido en parte a nuestra impaciencia e ignorancia.

Este ejemplo refleja lo que muchas veces nos pasa en la vida. Si nuestras metas son ambiciosas requieren de tiempo, perseverancia y dedicación. Sin embargo vivimos en una época de la inmediatez y de la cultura del logro fácil, rápido y sin esfuerzo. Esto provoca que la virtud de la paciencia no se fácil de vender y por tanto no tenga muy buena prensa. Nuestra sociedad busca resultados inmediatos y gratificación instantanea. Si los resultados son rápidos el producto se vende bien. Lo lento y constante tiene menos mercado. Si algo lleva tiempo conseguirlo es muy probable que no tenga ningún espacio publicitario. Sin embargo algunos cambios positivos e importantes requieren de una transformación de hábitos y sistema de creencias, lo cual requiere de tiempo y constancia.

Mantener claro el propósito y sentido de dirección

La formula del éxito seria combinar la paciencia junto la perseverancia , la fe y la determinación en lograr nuestra meta, ya sea en el ámbito personal, profesional o familiar. Para ello una serie de aspectos a tener en cuenta y que nos pueden ayudar a cultivar la paciencia serian:

- Hacer pocas cosas y bien ejecutadas, con eficacia y efectividad. Pequeñas acciones pueden crear diferencias significativas.

- Organización alineada: alinea tu propósito, valores, visión y acciones.

- Constancia y persistencia en tus hábitos: crea tus rutinas diarias y fija tus prioridades.

-  Libérate de todo aquello que sea una carga y no esté alineado con tu visión; ya bien se trate de relaciones, compromisos o actividades que sean improductivas y/o innecesarias. Simplifica tu vida.

- Mantente en la ruta y persiste en tu plan: perseverancia, constancia, paciencia y enfoque claro son la clave del éxito.





14 de junio de 2016

EL ARTE DE LA NO ACCIÓN; HACER MENOS, LOGRAR MÁS

Un hábito bastante extendido en nuestra cultura es lo que podríamos llamar la sacralización del esfuerzo: Como reza el dicho: “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, y eso se relaciona con la creencia que el trabajo tiene que estar lleno de esfuerzo y a veces incluso de cierto sufrimiento, o que si trabajas más horas vas a rendir más y mejoraras la productividad. Estas normas asumidas en nuestras sociedad nos llevan a sobrevalorar el esfuerzo y la acción, mientras que actividades como la creatividad, la contemplación y la reflexión quedan infravaloradas.


Atrapados en el hacer, sin tiempo para la reflexión

Si alguna vez hemos sido sorprendidos inmóviles, en plena reflexión o en un proceso de creatividad mental, es probable que nos hayamos dejado llevar por la tentación de iniciar cualquier tipo de movimiento para dar la impresión de actividad. Sucede que en muchas ocasiones, debido a ciertas creencias existentes en nuestra sociedad, tenemos que dar la imagen de ser una persona muy ocupada, ya que esto se asocia con ser alguien importante. Lo malo es que la actividad sin conciencia se puede acabar convirtiendo en un correr de un lado para otro sin un claro sentido de propósito ni dirección. Uno permanece tan ocupado con lo que hace que puede llegar a olvidar porqué y para qué lo hace.


¿Qué es la no acción?


La no acción no tiene nada que ver con la dejadez o la pasividad. Practicar la no acción requiere mucha sabiduría y coraje. Las personas que siempre están ocupadas haciendo cosas podrían considerar la no acción como una amenaza para sus intereses. Sin embargo con la práctica puede que la persona acabe descubriendo que se consigue hacer más, e incluso mejor  practicando la no acción. No acción significa permitir que las cosas sean y se desplieguen a su propia manera. 

Cuando nuestra mente se calma nuestros pensamientos se hacen más claros y eficaces, y de esta forma podemos lograr más éxito con menos esfuerzo.  Toda acción se inicia con un pensamiento; por tanto en primer lugar debemos sembrar las semillas del éxito en nuestra mente.  De esta forma podemos crear las condiciones favorables para que con la influencia de nuestros pensamientos positivos y una visión elevada, otros actúen de la forma que sea más beneficiosa, tanto para ellos mismos como para los demás.


Meditación y no acción


Meditar es sinónimo de practicar la no acción. Como afirma Jon Kabat Zinn, no practicamos para conseguir que las cosas sean perfectas, ni para lograr hacer las cosas a la perfección. Más bien practicamos con el fin de comprender y experimentar de forma directa que las cosas ya son perfectas tal como son. Esto está relacionado con sostener el momento presente con toda su plenitud sin añadir nada extra, percibiendo su pureza y el fresco potencial que tiene para dar lugar al momento siguiente.


Práctica:


Detente, observa, aprende, inspírate:


A lo largo del día intenta percibir la plenitud del momento presente, tanto en los momentos rutinarios como en los más complicados y difíciles. Practica la actitud de permitir que las cosas se desplieguen en tu vida, sin forzar que ocurran y sin rechazar las que no encajan con tu idea de lo que debería estar ocurriendo. Practica la aceptación incondicional de todo lo que sucede, intentando a su vez percibir y valorar que cada momento es absolutamente preciso, como debe de ser, y que cada persona es un actor en la maravillosa obra de la vida, interpretando el papel que les toca de acuerdo al guión establecido.










8 de junio de 2016

MANEJAR LA EXPECTATIVAS


Vivimos en un mundo de numerosas expectativas. Hemos generado una estructura de sociedad que nos hace dependientes de un gran numero de posesiones, conforts y facilidades. Nos podríamos preguntar: ¿qué pasaría si mañana dejaran de funcionar nuestros transportes, el suministro de luz y con ello nuestros ordenadores, internet, electrodomésticos, o nuestros indispensables smarthpones? Probablemente nuestra sociedad colapsaría y se sumergiría en el caos.



Damos por hecho que cada mañana nuestro teléfono tiene que funcionar, nuestro coche tiene que arrancar, nuestro ordenador tiene que conectarse a internet, etc.   ¿Pero cómo reaccionamos cuando alguna de esos soportes externos nos falla? ¿Sabemos mantener la calma, ser creativos y encontrar un plan B o nos quedamos bloqueados?



Por otro lado hay todo un mundo de expectativas que creamos en el ámbito de nuestras relaciones, padres que esperan de sus hijos sean abogados, tenistas, futbolistas, médicos, etc. Hijos que esperan que sus padres les mantengan y les ayuden económicamente. Maridos que esperan que sus esposas  cuiden de sus hijos, les tengan la comida preparada cada día, y la ropa bien planchada. Esposas que esperan que sus maridos las escuchen, las comprendan y les ayuden en sus labores domésticas y la educación de sus hijos…. Podríamos elaborar una larga lista de necesidades físicas, emocionales y espirituales que esperamos que otros sepan comprenden y satisfacer. Sin embargo muchas veces no sucede así y entonces, ¿como reaccionamos?



Aprender a soltar



¿Es erróneo tener expectativas? ¿es posible vivir sin ellas? Es evidente que nuestra interacción con los demás se basa en un dar y recibir y ello también comporta una serie de derechos y de responsabilidades. Sin embargo es también importante darse cuenta que muchas veces no podemos forzarles a que cumplan nuestras expectativas. El uso del control y la fuerza tienen unos resultados limitados y a corto plazo. Por tanto es mejor aceptar que en la mayoría de ocasiones no podemos controlar el comportamiento de las personas con quien nos relacionamos habitualmente.

Opino que es positivo tener expectativas positivas y esperar lo mejor de otros. Que muestren su mejor cara a diario o que consigan alcanzar sus objetivos. Pero a la vez hemos de estar preparados para lo inesperado y de igual manera aprender a soltar nuestras expectativas cuando estas no se cumplen. Podríamos ilustrar esta actitud con el ejemplo de un jardinero, que hace todo lo mejor que puede y sabe para preparar el terreno, abonarlo, eliminar las malas hierbas, seleccionar las semillas y el momento ideal para plantarlas, regarlas de vez en cuando, pero luego tiene que soltar y dejar que la naturaleza siga su curso y haga el resto. Es un buen ejemplo del equilibrio entre amor y desapego, el cual no es fácil de lograr, sobre todo si lo intentamos aplicar al ámbito de las relaciones humanas.

  



Comunicación clara y honesta



Para evitar malos entendidos y falsas expectativas la comunicación clara y honesta es fundamental. Clarificar con la otra parte, ya sea hijo, cónyuge, socio o colaborador lo que nos gustaría recibir de nuestra relación y también lo que podemos dar y aportar y viceversa. En caso de ciertas desavenencias, estar abiertos a la negociación, siendo flexibles y dialogantes para llegar a unos acuerdos mínimos  que nos permitan tener una convivencia armoniosa y pacifica.




21 de marzo de 2016

PRINCIPIOS ESPIRITUALES DE LA VIDA: LA ATENCIÓN, LA CONCENTRACIÓN Y LA INTENCIÓN


Actualmente se considera que todo es energía; nuestro mundo es la manifestación de un océano de energías, algunas de las cuales construyen formas, mientras que otras constituyen el medio en el que estas formas viven, se mueven y se manifiestan. Nuestros pensamientos, sentimientos, actitudes e intenciones  también son energías sutiles que se están expresando en esta dimensión física. La energía básica fundamental es sutil y espiritual. La consciencia espiritual de cada ser humano está integrada en la energía de los cinco elementos de la materia. Estas energías se rigen por una serie de principios o leyes espirituales universales, uno de los cuales es el principio de la atención, la intención y la concentración.

Podriamos enunciar este principio de la siguiente forma:

Donde sea que enfoques la energía de tus pensamientos, emociones y actitudes provocarás un efecto y algo sucederá en algún momento
        
  “Siembra un pensamiento, cosecha una acción,  siembra una acción, cosecha un hábito, siembra un hábito, cosecha un carácter, siembra un carácter, cosecha un destino”.

¿A qué le das energía en tu mente?

Si por ejemplo nuestra atención se centra en los errores, defectos o debilidades de una persona, estaremos transmitiendo energía a esas debilidades, y con ello las iremos fortaleciendo, tanto en la otra persona como en nosotros mismos. Si por el contrario, nuestra atención se dirige hacia aspectos positivos, nuestra visión reforzará esas cualidades y los demás se sentirán con confianza para expresarlas, lo cual también nos traerá un beneficio a nosotros mismos.
La atención de mi mente da energía a aquello en lo que me enfoco, la concentración da precisión y poder a mis pensamientos, palabras y acciones, y la intención,  el para que lo hago, genera una fuerza transformadora en mis relaciones con el entorno.

9 de marzo de 2016

¿ERES INTELIGENTE? "Equilibrio entre la razón, el corazón y el espiritu"


¿Qué es la inteligencia?

El termino inteligencia proviene del latín “intelligentia” que a su vez deriva de inteligere. Esta es una palabra compuesta por otros dos términos: intus (“entre”) y legere (“escoger”). Por lo tanto, el origen etimológico del concepto de inteligencia hace referencia a quien sabe escoger: la inteligencia nos permite seleccionar las mejores opciones para solucionar un determinado problema. 

Desde hace tiempo se sabe que no existe un único tipo de inteligencia. Podemos encontrar personas con una gran habilidad lógico matemática y una reducida inteligencia emocional. Existe también la denominada “inteligencia espiritual” que nos permite dar una respuesta a la pregunta ¿Quien soy?;  También nos capacita para encontrar un sentido profundo a nuestra vida y, en última instancia, aprender a ser felices de una manera profunda y duradera.

La inteligencia racional u operativa
 
Es la que se nos enseña tradicionalmente en las escuelas. La habilidad de razonar paso a paso e ir tomando decisiones en base a la información que vamos recibiendo. Esta inteligencia nos permite retener datos, procesar la información, relacionarla, e ir resolviendo situaciones prácticas. Sin embargo aunque una persona tenga un alto cociente de esta inteligencia operativa eso no significa que vaya a ser capaz de crear unas buenas relaciones afectivas, encontrarle un sentido a la vida o ser más feliz.

La inteligencia emocional
 
Es la capacidad para reconocer los sentimientos propios y ajenos, y la habilidad para manejarlos. El término fue popularizado por Daniel Goleman, con su célebre libro: Inteligencia emocional. Goleman estima que la inteligencia emocional se puede organizar en cinco capacidades: conocer las emociones y sentimientos propios, manejarlos, reconocerlos, crear la propia motivación, y gestionar las relaciones. Con esta inteligencia desarrollamos ciertas capacidades personales para resolver problemas que afectan a nuestras relaciones o la buena convivencia social.

La inteligencia espiritual

Según explica el filósofo Francesc Torralba; Es una modalidad de inteligencia que también se denomina existencial o trascendente. Completa el mapa de las inteligencias múltiples que desarrolló, hace más de dos decenios, Howard Gardner. Nos referimos a una inteligencia que nos faculta para preguntar por el sentido de la existencia, el desarrollar la capacidad de ser un observador imparcial de la realidad,  para elaborar proyectos de vida, para trascender la materialidad, el saber interpretar símbolos y comprender sabidurías de vida. El ser humano es capaz de un conjunto de actividades que  no se explican sin referirse a este tipo de inteligencia. Es especialmente cultivada en los grandes maestros espirituales, en los filósofos y artistas, también en los creadores.

¿Cómo cultivar la inteligencia espiritual?

La persona que ha desarrollado su inteligencia espiritual ha descubierto un nuevo lenguaje, el del silencio y la reflexión, y se da cuenta que la vida tiene un sentido más profundo y trascendente. 

La práctica de la soledad, el gusto por el silencio, la contemplación estética, la práctica de la meditación, el diálogo socrático e incluso el ejercicio físico son formas de desarrollar la espiritualidad y nos permite ser más auto-conscientes. Aprendemos a reconocer la importancia de nuestros pensamientos y emociones así como del impacto que crean en nuestro entorno. 

La inteligencia espiritual es aprender a mirar en nuestro interior y crear calma y silencio en la mente. Por medio de la meditación podemos conocernos en profundidad, y conocer mejor a los demás. También nos permite  clarificar nuestra identidad auténtica y el propósito de nuestra existencia.

7 de febrero de 2016

MEDITACIÓN: LA MEDICINA DEL ALMA


Nuestras vidas tienen una dimensión exterior, el mundo de nuestras relaciones, trabajo, responsabilidades, roles, etc.; y una dimensión interior, el mundo de nuestros pensamientos, sentimientos y emociones. Estas dos dimensiones están interconectadas y se influyen mutuamente a cada momento. Lo que sucede en nuestro entorno cotidiano afecta nuestra forma de pensar, sentir y actuar. De la misma forma nuestros pensamientos, palabras y acciones tienen un impacto directo en las circunstancias de nuestra vida y  en la calidad de nuestras relaciones con los demás.

Muchas personas no son conscientes de cómo la calidad de sus pensamientos y emociones tienen un influencia directa en la respuestas que reciben de su entorno. Cuando vamos desarrollando más consciencia de nuestros propios pensamientos podemos anticipar las respuestas de los demás. Para tener claridad de nuestros pensamientos deberíamos observar con cierta perspectiva lo que está pasando, ver la totalidad de la situación en nuestra mente y comprender la manera en que nos afecta. Cuando somos más conscientes prestamos más atención a aquello que se nos pide, o al consejo o apoyo que se necesita de nosotros.

Meditar a diario nos ayuda a cultivar una vida interior más rica, plena y armoniosa. De esta forma podemos desarrollar un estado de mayor presencia que nos aporta claridad y fortaleza mental. Esto nos permite dar respuestas positivas a las situaciones y retos que se nos presentan a diario.

Podríamos distinguir siete etapas en el proceso de la meditación:

1)   Relajación: nos permite soltar las tensiones del cuerpo y nos prepara para entrar en un estado meditativo.
2)   Iniciación: Vamos tomando cierta distancia de la actividad mental, adoptando la actitud de un observador imparcial. Este posicionamiento nos ayuda a tomar conciencia de la dispersión de pensamientos que hay en nuestra mente y a ir efocándonos en un punto interior de conciencia.
3)   Calmar la mente: sembramos en nuestra mente nuevas semillas de pensamientos pacíficos y calmados. Vamos entrando en un estado de tranquilidad y quietud mental.
4)   Concentración: Nos podemos ayudar de algunas imágenes que nos evoquen vivencias de paz. Ello nos ayuda a mantener la concentración y la experiencia de calma y silencio interior se hace más real.
5)   Conexión con el ser: nos estabilizamos en nuestro centro, nuestra esencia divina y luminosa.
6)   Conexión trascendente: Vamos más allá del yo limitado o falso ego, sentimos la unión con una fuente suprema de energía espiritual. Entramos en un estado de yoga o comunión.
7)   Irradiamos esta energía de amor y poder espiritual que recibe nuestra alma y nos abrimos para compartirla con los demás. Poco a poco nos preparamos para entrar en la acción de una forma más altruista y compasiva.


La práctica de la meditación es una disciplina mental  sobre uno mismo para llevar a cabo un proceso de sanación del alma. Es una actividad  sutil y profunda que nos permite desarrollar nuestra inteligencia espiritual y que nos aportará importantes beneficios en nuestra capacidad de concentración, claridad mental, estabilidad emocional y  toma de decisiones correcta, etc.