La naturaleza es nuestra
amiga y quiere servirnos. La observación atenta nos revela que en la naturaleza
y sus sistemas hay una inteligencia oculta que busca proteger y preservar la
vida. Si me hago un corte en el dedo de inmediato se pone en marcha un
mecanismo interno en mi cuerpo para curarlo. Es la naturaleza la que cura e
intenta restablecer el equilibrio. Es debido a esta compleja sabiduría de los
sistemas naturales y bioquímicos de la naturaleza que estamos vivos.
¿Por qué la naturaleza crea el dolor en nuestro mundo?
El dolor tiene como
finalidad protegernos y enviarnos un mensaje, una advertencia ante un peligro
potencial. Por ejemplo, si estoy sentado en una postura incorrecta puede que el
dolor surja para avisarme que tengo que modificar mi postura. Una vez lo hago
el dolor disminuye o desaparece.
Este principio lo podemos
aplicar a todo tipo de dolor. EL dolor emocional provocado por ciertas
emociones negativas o tóxicas me está avisando que mi posicionamiento mental,
actitud o intención son incorrectos.
¿Cuál es el mensaje más importante? ¿Qué tenemos que
cambiar?
En nuestra búsqueda por
el bienestar y la felicidad hemos creado una cultura de apegos, posesividad y
dependencias. Sufrimos porque nos apegamos.
Si la postura mental y emocional es de apego y posesividad nuestra vida estará
llena de miedos e inseguridades. Si una persona quiere experimentar dolor
emocional solo tiene que crear apego a algo que se esté yendo o terminando.
Por tanto si queremos
liberarnos del sufrimiento tenemos que cambiar la postura mental y recordarnos
a menudo que somos un invitado en este mundo. Estamos temporalmente en este
cuerpo, representando un papel. El ser, la conciencia, es un viajero en el
tiempo y el espacio. Nada de este mundo nos pertenece. Somos depositarios
temporales de todo.
¿Por que nos apegamos?
En nuestras vidas se nos
educa y prepara en conseguir cosas; educación, trabajo, familia, posesiones,
posición y status social, etc., con el incentivo de que cuando las consigamos
seremos felices y tendremos seguridad. Sin embargo, si cuando consigo esos
logros mi posicionamiento mental es de apego e identificación con ellos,
entonces sentiré más miedo e
inseguridad.
Tampoco se nos informa que algún día esas
cosas, personas, posición, status terminarán, cambiarán o se irán de nuestras
vidas. Creamos una tela de araña de apegos debido a una serie de creencias erróneas
que se nos transmiten. El apego suele basarse en cuatro creencias que desde mi
punto de vista son falsas:
1) Que el objeto, persona, o
posición te va a hacer feliz.
2) Que te dará seguridad
completa
3) Qué es algo permanente
4) Que dará sentido a tu
vida
Cuando tenemos un vinculo
con la vida basado en estas creencias no estaremos preparados para la pérdida y
por tanto no aceptaremos el desprendimiento.
Aprender la lección antes
que surja el sufrimiento lo llamamos sabiduría. Saber reconocer sus señales e
ir al espacio mental de verdadera seguridad, con el cambio de conciencia y
actitud, seria lo más sabio.
Podemos concluir que el
dolor en el cuerpo es inevitable. Es una información que el cuerpo nos envía.
Pero si ese dolor se convierte en un malestar emocional y una sensibilidad
extrema es que me he identificado excesivamente con el mismo. Si por ejemplo
estoy muy apegado a mi rol profesional y alguien lo critica o ataca puede que
me haga sufrir. Si estoy muy apegado a mi padre o madre puede que sus
comentarios me hagan cambiar de humor fácilmente.
Para no vernos tal
afectados por los pares de opuestos de la vida: alabanza/difamación,
felicidad/sufrimiento, victoria/derrota, deberíamos practicar la ecuanimidad y experimentar con el estado mental y emocional
de ser un observador desapegado o imparcial.
La búsqueda de la felicidad
Todo lo que hacemos en
nuestras vidas tiene como objetivo evitar el dolor y el sufrimiento y
experimentar bienestar y felicidad. Martin Seligman, padre de la nueva
corriente de la psicología positiva, afirma que sus investigaciones acerca de
las personas que son más felices, que ha observado una conexión muy
significativa entre las buenas acciones y el bienestar psicológico. Concluye
que la gente más feliz es aquella que ha descubierto sus fortalezas internas
(por ej. Perseverancia, empatía, determinación) y virtudes (honestidad,
paciencia, aceptación) y que las utilizan para un bien o propósito superior.
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