Viendo el estado actual de nuestra sociedad en la cual dominan unos valores cada día más materialistas, a buen
seguro que más de uno se planteará las siguientes preguntas; ¿está
evolucionando nuestra sociedad en el plano ético y espiritual al mismo ritmo
que lo está haciendo la ciencia y la tecnólogia? ¿Hacia que futuro se está
encaminando nuestro mundo?; ¿Es el hombre bueno por naturaleza, o bien como
decia el filósofo Hobbes, el hombre es un lobo para el hombre?
Considero esencial el tratamiento de éste
aspecto, ya que si decimos que el ser humano tiene como naturaleza intrinseca
una serie de rasgos negativos, como la ira, la agresividad, el egoismo, etc.,
entonces no creyendo en la naturaleza intrinsecamente buena y pacífica del ser
humano, nos será realmente dificil concebir que pueda existir una sociedad en
la que no hayan guerras, desigualdades, odios, competición, etc., ya que si
consideramos esos rasgos de violencia o egoismo como inherentes a la naturaleza
humana, la conclusión a la que llegaremos será que es inevitable que existan
esos conflictos entre los pueblos y las naciones.
Por otro lado, sería posible concebir una
sociedad pacífica si aceptamos como válido el planteamiento de que el ser
humano es bueno y pacífico por naturaleza, y que es el entorno hostil en el que
crece y se desarrolla el que le puede influir negativamente y crear unos rasgos
violentos o agresivos en su personalidad. Así por ejemplo, si un niño recibe un
amor incondicional de sus padres en su infancia, es muy problable que habiendo
desarrollado su lado afectivo durante esos primeros años de su vida, en el
futuro eso ayudará a que su naturaleza sea más sociable, amistosa y pacífica
que la de otros niños que hayan crecido en ambientes faltos de ese amor que es
tan esencial durante los primeros años de su vida para el buen desarrollo de su
autoestima. Hoy en día son muchos los
psícologos que coinciden en afirmar que los siete primeros años de la
vida de un niño son de gran importancia a la hora de configurar su futura
personalidad y su equilibrio emocional y afectivo.
Por ello son de gran importancia los valores
que se le transmitan al menor en esa edad, ya que los valores son como el
corazón de nuestra personalidad, y lo que determinan aquello que es lo más
importante para nosotros en esta vida, motivando nuestras decisiones y
comportamiento y en definitiva, marcan el rumbo que adoptamos en nuestra vida.
Hoy en día, vivimos en una cultura que valora
más el hacer, tener y aparentar que no el ser (ser una persona integra, educada
o humilde es algo que muchas veces la gente no valora en su justa medida), y en
donde los valores más materialistas (posesividad, competitividad, acumulación
de bienes o dinero, etc,) se aprecian más que los espirituales (altruismo,
solidaridad, generosidad, etc.). Entonces lo que ocurre es que si los valores
que son más importantes para la mayoria de la sociedad son los materiales y
además son los que constantemente se están fomentando en los medios de
comunicación, la escuela, etc., eso no llevará irremediablemente a que su
influencia se esparza a todos los ámbitos de nuestra sociedad, influyendo desde
los más jovenes a los más mayores y creando un tipo de cultura que solo busca
el enriquecimiento rápido, la acumulación de riqueza, el culto a la apariencia
física y el placer de los sentidos.
Sin embargo, parece cada vez más evidente que
todas las posesiones materiales y las riquezas físicas no proporcionan una
verdadera felicidad, si su utilización y disfrute no va acompañado de una
sólida formación ética y espirtual. Y eso viene demostrado por elevado número
de personas que día a día están buscando
el restablecimiento de unos principios éticos y espirituales que gobiernen la
conducta del ser humano. De ello parecen incluso estar tomando conciencia los
diferentes gobiernos de las naciones, quienes se están dando cuenta que es a través de la educación como más se puede
influir en restablecer unos valores positivos. Prueba evidente de lo que decimos
es la reciente Reforma Educativa habida en nuestro pais, la cual concede una
importancia mucho mayor al area de los ejes transversales, en la cual está
incluida la educación en valores.
EDUCAR
PARA LA VIDA
Cuando decimos educar en valores, ¿a qué
valores nos referimos?; ¿Existen unos principios o valores que pudieramos
llamar universales e inmutables, que trasciendan a la variedad de culturas,
nacionalidades y religiones existentes en el mundo?
Todo ser humano posee unos valores innatos
que se expresan de forma diferente de acuerdo a la identidad individual de cada
uno. Luego las personas intregradas en grupos sociales también mainfiestan unos
valores comunes (de acuerdo a unas mismas mismas pautas culturales). Así pues,
podemos observar como cada pais y nación expresan una serie de valores, los
cuales se han creado por algo que ha sido común en los integrantes de esa
nación.
Sin embargo, lo que sucede hoy en día es que
nos hemos desconectado de la fuente de la que vienen esos valores, y entonces
esos valores no se viven, y eso es como trabajar en la oscuridad. Por tanto si
ahora queremos despertar de nuevo nuestros valores debemos de regresar a la
fuente, es decir hacia nosotros mismos. Cada uno de nosotros tiene tiene esos
valores en si mismo, y si experimentamos con ellos podremos saber lo que son y
los viviremos. Si queremos entender los valores debemos comprender que ha
llegado el momento de entendernos en primer lugar a nosotros mismos.
Así pues, los valores dan una dirección a una
sociedad y también dan un sentimiento de
identidad. Hay diferentes tipos de valores: personales, sociales y
espirituales. Los valores personales y sociales vienen determinados por el
entorno social, religioso, cultural e ideólogico en el que hemos nacido y nos
hemos educado.Pero los valores espirituales como la tolerancia, el amor, la
paz, el respeto, etc. vienen de lo que llamamos principios de la vida, que son
leyes eternas e inmutables, que rigen en todo el Universo.
Estos principios de la vida lo podemos
encontrar en el interior de cada ser humano y están motivando nuestras acciones
y decisiones a cada momento. Para mantener vivos esos valores primero que todo
hemos de revisar nuestro comportamiento, e incluso antes que eso poner atención
a hablar y pensar correctamente, ya que los pensamientos son la semilla de
nuestras acciones.
En latín, educación significa “educere”, que
quiere decir hacer emerger, sacar lo mejor del interior hacia afuera a través
del conocimiento espiritual y el silencio. Sabiduria y silencio, estas son las
dos alas del aprendizaje y con ellas podemos volar muy alto.
El silencio lo podemos practicar de tres
formas:
1) Reflexión:
que es pensar en profundidad. Cuanto más a lo profundo de una idea voy, más
puedo obtener una mejor comprensión de
la misma y mejor decisiones podré tomar.
2) Concentración:
Viene de la reflexión, y viene cuando empiezo a permanecer estabilizado en
un pensamiento o una idea, obteniendo finalmente una experiencia.
3) Quietud:
El silencio es quietud, que quiere decir un foco puro, una atención pura, la
mente no crea pensamientos. No solo está concentrada sino que también está
experimentando.
Para alcanzar esa experiencia de silencio que
me lleve a hacer emerger esos valores innatos, en primer lugar necesito tener
un conocimento apropiado acerca de la verdadera naturaleza de mi ser, mi
verdadera identidad, que es la de un ser espiritual. Nosotros no somos seres
humanos que que estamos buscando tener una experiencia de lo divino, sino que
somos seres espirituales que estamos teniendo una experiencia en el mundo humano.
Redescubriendo esa identidad espiritual a
través de la reflexión y la meditación, podemos elevarnos de nuevo a una
conciencia más libre y ilimitada, lo cual puede ser un camino para la
transformación de todo el pesar y sufrimiento que parte de nuestro mundo está
experimentando en la actualidad. Es en la transformación de cada uno de
nosotros es donde se encuentra la clave para convertir nuestro planeta en un
lugar más pacífico, libre, justo y armonioso.