21 de julio de 2011

Sin prisa pero sin pausa. "Tener el norte claro"


Las tortugas marinas  tienen un gran sentido de la orientación, no importa donde se encuentren, incluso si están en la otra punta del océano, de alguna manera se las arreglan para regresar a su hábitat. Las hembras realizan miles de kilómetros para desovar en las mismas playas donde nacieron, realizando su primer viaje al cabo de varios años.

¿Qué nos enseña esta experiencia?

-La tortuga funciona a su ritmo: sin prisa pero sin pausa. Lo importante es realizar bien su tarea.
- Tiene claro el norte: es fiel y cumple con el plan propuesto
- Tiene perseverancia y constancia. Es fundamental usar todos los medios a tu alcance y no desanimarse y claudicar ante las adversidades. Los obstáculos vienen para hacerte más fuerte.
- Compromiso con su especie: si cada ejemplar no tuviera presente su misión y responsabilidad con los demás y dejara de realizar su labor, más tarde o temprano desperecerían todos.
- Confianza y apuesta por la vida: la tortuga realiza su trabajo: pone los medios, “siembra” sin ver directamente la consecuencia de su esfuerzo. Hace lo que tiene que hacer y luego confía en la cadena de la vida.
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La adicción a la urgencia

Una de las características principales de nuestro mundo actual es la aceleración, la rapidez, los cambios bruscos, la inmediatez. Una expresión muy generalizada en nuestras vidas es decir “no tengo tiempo”. En nuestro contexto actual nos invade la prisa. “Todo tiene que estar terminado para ayer”. La urgencia es el paradigma dominante para muchas personas, y así no se puede vivir en el presente, porque el presente ya es pasado y por tanto difícilmente se proyectará  en un futuro.
Gestionar el tiempo de forma eficiente requiere en primer lugar tener claro a donde queremos ir, que queremos hacer con nuestra vida, o sea tener un claro propósito que nos  proporcione una brújula para indicarnos el norte. Cuando hemos dedicado un tiempo a clarificar nuestros valores y el propósito de nuestra vida, entonces sabremos  priorizar de una forma natural y fácil entre las cosas que son importantes y las que quizás parecen muy urgentes pero en realidad no son importantes.
Las vidas de muchas personas están gobernadas por el reloj, y se pasan el día yendo de un lado para otro atendiendo citas, compromisos, horarios, sin embargo estar moviéndose a gran velocidad no implica necesariamente que  uno esté yendo en la dirección correcta. La sensación agobiante es que cada vez corremos más y curiosamente cada vez tenemos menos tiempo.
  
Cambiar el reloj por la brújula: tener un norte claro

Si en nuestras vidas percibimos que hay una brecha entre el reloj (hacia donde me empujan  a ir las circunstancias, el entorno y los demás), y la brújula (hacia donde siento que debo de ir, de acuerdo a mis valores, visión y principios) se desencadena una lucha interna que puede incluso llevarnos a una crisis existencial.

En la obra de Lewis Caroll, Alicia en el país de las maravillas, hay un interesante dialogo entre el Gato de Cheshire y Alicia:

-Podrías decirme, por favor, qué camino he de tomar para salir de aquí - pregunta Alicia.
- Depende mucho del lugar donde quieras ir, contestó el Gato.
- Me da igual donde – dijo Alicia.
- Entonces no importa qué camino sigas – dijo el Gato.
- …siempre que llegue a alguna parte, añadió Alicia, a modo de explicación.
- Ah!, seguro que lo consigues – dijo el gato, si andas lo suficiente.

Como bien afirma el Gato de Cheshire en su dialogo con Alicia, el camino a tomar va a depender de a donde pretendamos llegar. Es fundamental tener un norte bien definido, ya que el propósito y los objetivos orientarán la acción. Se suele afirmar que “el que tiene un por qué, buscará el cómo”. Quien no tiene el norte claro, como el personaje de Alicia, le dará lo mismo elegir un camino que otro. He ahí la importancia de la brújula: no solo hay que realizar actividades, sino que hay que intentar que estás se orienten el la dirección adecuada. Para conectar con nuestro propósito en la vida, debemos hacernos a menudo estas preguntas: ¿Qué es lo que realmente quiero? ¿Qué contribución deseo realizar? ¿Qué objetivos tengo en mi mente? ¿Qué resultados quiero conseguir?
De este modo pasamos a dirigir nuestra vida por el paradigma de la importancia.  Si nuestra misión está bien determinada y alineada con nuestros valores, nuestras decisiones se basarán en priorizar siempre lo que es más importante, sin dejarnos atrapar en la dinámica de hacer solo las cosas más urgentes.
  
Evitar el desperdicio de la energía mental

Otro aspecto al que hay que prestar atención para gestionar el tiempo con efectividad, es saber evitar el desperdicio de nuestra energía física, mental y emocional. El uso incorrecto del tiempo se encuentra estrechamente relacionado con el desperdicio de nuestra energía mental y con la falta de objetivos claros en la vida. Si nuestra mente va muy acelerada con muchos pensamientos inútiles y desperdiciables, tendremos la sensación de que el tiempo se contrae y que siempre vamos corriendo detrás del reloj. En cambio, si el ritmo de nuestros pensamientos se hace más lento tendremos la sensación que el tiempo se expande. Los momentos de silencio nos proporcionan un tiempo de oro para disfrutar de momentos de paz y sosiego,  viviendo más intensamente cada momento presente, sintiendo que somos dueños del tiempo.
  
Instaurar un tiempo de reflexión silenciosa

Alcanzar un estado de equilibrio y claridad mental, así como clarificar nuestras metas y valores, requiere que dediquemos más tiempo a nosotros mismos. En el silencio, a través de la reflexión silenciosa y la meditación,  podemos encontrar un espacio interior de calma y claridad que nos ayude a conectar con nuestro ser, lo cual a la vez nos llevará a utilizar la energía de nuestra mente de forma más correcta y beneficiosa.
El silencio interior nos ayuda a crear la calidad más elevada de pensamientos. Es un estado de paz en la mente y estabilidad emocional, en el cual uno se encuentra más allá de cualquier pensamiento desperdiciable o negativo. Es a través de la práctica de la meditación como podemos  lograr esa experiencia de silencio en nuestras mentes. Con la meditación utilizamos el poder del pensamiento creativo para experimentar el silencio.
  
Tres  pasos a seguir en nuestra práctica meditativa

-        Retraerse: Dedicamos unos momentos a separarnos de la influencia de nuestros pensamientos y nuestro entorno y a tomar control de la mente.
-        Observar: Adoptamos la actitud de ser un observador de nuestros pensamientos, y reflexionamos y decidimos si los queremos mantener en nuestra mente.
-        Dirigir: Suavemente, sin forzar, comenzamos a crear el tipo de pensamientos que deseamos tener.

La práctica de estos tres pasos de una forma regular y sistemática nos puede ayudar a calmar la mente y cambiar la forma que pensamos sobre las situaciones y desafíos de la vida cotidiana. Tendremos más claridad mental y fuerza interior y ello nos capacitará  a dar respuestas efectivas en lugar de reaccionar impulsivamente.
Dejaremos de ser los esclavos del tiempo que son golpeados por las distintas circunstancias y eventos, para pasar a ser los dueños de nuestro tiempo, que tienen su norte claro y gobiernan el barco de su vida con firmeza y sabiduría, avanzando sin prisa pero sin pausa.


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