26 de julio de 2012

¿Cual es la metáfora de tu vida?

Una metáfora es un juego de palabras que permite descubrir atributos comunes entre unas cosas y otras para crear nuevas sensaciones y percepciones, así como nuevas formas de expresar la visión que se tiene del mundo.

Casi todas las personas hacemos uso de las metáforas para describir  que es para nosotros la vida, ya sea  en el plano general o personal. Así por ejemplo, cuando el ser humano percibe el mundo como un lugar lleno de amenazas y dificultades utilizará metáforas como: "la vida es una carrera de obstáculos", o "este mundo es una jungla, solo sobreviven los más fuertes". Otras personas más pesimistas verán el mundo como una jaula o una prisión, o quizás incluso como "un valle de lágrimas al que hemos venido a sufrir".

Por el lado más positivo y agradable de la vida hay personas que perciben la vida como una aventura o un viaje, y siempre están buscando descubrir cosas nuevas y conocer nuevos lugares. Otros la consideran una escuela, un lugar donde venimos a aprender, crecer y evolucionar. También están aquellos que consideran la vida como un juego o una fiesta, un lugar lleno de oportunidades para divertirse, jugar y pasarlo bien.

Las personas que tienen una perspectiva del mundo más espiritual quizás ven la vida como un lugar de servicio, un campo de acción donde tienen que servir a un propósito elevado o cumplir una misión determinada, contribuyendo con ello a crear un mundo mejor. A su vez esto les facilita su crecimiento personal y el desarrollo de su espiritualidad.

Las experiencias, vivencias y relaciones que hemos tenido a lo largo de nuestra vida, así como las creencias que hemos ido desarrollando en nuestra conciencia debido a nuestra cultura y educación, han ido modelando la metáfora con la cual cada uno de nosotros le da un sentido y propósito a la vida.

Hoy voy a centrarme en tres metáforas, que me han ayudado a desarrollar una visión más espiritual de la vida, así como una mejor comprensión de este mundo, de las leyes espirituales  que lo gobiernan y la forma de relacionarme con el mismo.

1) "El teatro de la vida": Como afirmaba William Shakespeare; "El mundo es un escenario y todos los hombres y mujeres son meros actores".
En este mundo cada uno de nosotros tiene un papel que ha elegido y que está interpretando lo mejor que sabe. Un buen actor no se comparará con otros actores, ni tampoco irá juzgándoles o criticándoles por como ellos están interpretando su papel. Él se centrará en interpretar su papel lo mejor posible, y a la vez respetará y aceptará el papel que otros están interpretando. Al final de la obra el público le premiará con su aplauso y reconocimiento si represento su papel con excelencia y brillantez.
En nuestra vida cotidiana interpretamos muchos diferentes personajes a lo largo del día. Debemos procurar se impecables cuando desempeñamos nuestros roles y a la vez aprender a soltar y desconectar cuando la escena termine, sin indentificarnos con nuestro papel ni tampoco esperar alabanza o reconocimiento por nuestra actuación.

2) "Soy un invitado en este mundo": Cuando vamos a casa de unos amigos como invitados a una fiesta o a pasar unos días de vacaciones, nos sentimos libres de preocupaciones, ya que como invitados no tenemos el sentimiento que nada sea nuestra responsabilidad. Tan solo debemos poner atención y cuidar bien de todo. En esa situación vivimos más el presente y nos nos preocupamos, ya que sabemos que estamos ahí temporalmente, ya sea para unas pocas horas o días. También mantenemos en nuestra conciencia que nada de ese lugar nos pertenece. Se nos ha dejado todo en confianza para que lo usemos, pero como no le hemos colocado a nada la etiqueta del "mío", no nos apegamos a nada ni a nadie.  Cuidamos de todo como si fuéramos tan solo depositarios, sabiendo que al final de nuestra estancia lo tenemos que dejar todo en su sitio y devolver a su propietario en buenas condiciones.

3) "El tren de la vida": "Somos viajeros a través del tiempo". En esta metáfora vemos la vida como un viaje en tren, donde hay un inicio y un final del trayecto, que son el nacer y el morir. Al subirnos a este tren de la vida nos encontramos en un determinado compartimento con otros viajeros, nuestros padres, hermanos, parientes, etc., y nos unimos a ellos para viajar juntos durante un periodo de tiempo. Al transcurrir los años, nos damos cuenta que la vida en ese tren cambia constantemente. Unos compañeros de viaje se bajan y siguen otra ruta, se suben otros y se unen a nosotros durante otra etapa (amigos, compañeros, esposa, marido, etc). 

Como viajero que soy en el tren de la vida, procuro disfrutar de cada momento presente con intensidad, apreciar constantemente a mis compañeros de viaje y compartir con ellos todas las cosas hermosas de la vida, como el amor, la alegría o la sabiduría. Sin embargo el viajero nunca olvida que su viaje tiene un destino final, en el cual tendrá que bajarse del tren. Si durante mi vida he desarrollado mi conciencia espiritual, comprenderé en el momento que abandone el tren no es un adiós para siempre, sino tan solo un "hasta la vista", ya que tendré la claridad y comprensión que todos somos almas inmortales y eternas, y nuestro viaje continuará en otros trenes, en otras vidas, con otros compañeros de viaje o con los mismos, en el ciclo eterno de la vida.

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